Prólogo

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En Medio del Amor Y El Deber

(By: Adriana Rangel)

Prólogo

Hay verdades que destruyen el alma. La dividen y desgarra en mil pedacitos.

Hay mentiras tan blancas y otras tan negras, que se dicen con un fin. Arrastrando a inocentes tras su único propósito.Sin importarle la manera en que destruyen vidas ante sus manos.

En el siglo XIV, dos reinos se encontraron en medio de una terrible guerra. Dividiendo a dos pueblos que habían sido como hermanos, tiempo atrás. Separando de ellos la posibilidad de encontrar la paz que los volvería a unir.

Uno de esos reinos era el de aquella chica que miraba hacia aquella otras tierras que le eran prohibidas..

¿Qué los había dividido? Ella ni siquiera lo sabía... Aún era una pequeña niña de cinco años cuando surgió la guerra. Y aun cuando había querido encontrar una respuesta. Había sido en vano conocerla.

_ ¿Qué miras tan pensativa?_ le había preguntado su doncella, al verle detenerse mirando hacia aquellas tierras prohibidas, mientras cabalgaban cerca del bosque.

_ Quisiera saber que hay más allá... ¿Nunca has querido saber como son aquellas tierras, Beatrice?

_ Eileen, es un lugar donde nunca debemos ir. ¡Son tierras prohibidas!

_ ¿Por qué?... ¿Cuál es el misterio?

_ Escúchame... Es mejor que no sigas indagando sobre esos asuntos. El buscar respuestas que no se han hecho para ti te harán daño.

_ ¿Sólo por qué soy una mujer? ¿O porqué soy la hija menor del rey?

_ Eileen...

_ No es justo... ¿Lo sabías?

Beatrice la miró sin saber que más decir. Esa era su vida y ella solo era una plebeya a servicio del rey.

_ Es mejor regresar... Tu padre y tu hermano deben de estar esperándonos.

_ Y mi prometido... Eso es lo más seguro._ dijo resignada, aún mirando aquellas tierras que se veían a lo lejos y que estaban separadas por un inmenso lago.

Eileen Sophia Wellesley, princesa de Donnchadh. Ese era su nombre y su titulo. Y aunque no lo deseaba, estaba comprometida con un caballero que su padre había decidido para ella, desde su nacimiento.

El sentimiento de vacío se incrementaba cada día. Sintiendo como si una parte de ella estuviese tan lejos de Donnchadh.

Pero simplemente era una sensación sin sentido. O al menos, era lo que solía decirse a sí misma. Sin conseguir engañarse. Aquella sensación jamás desaparecía.

Lejos de allí, en su ignorancia, se planeaba una acción en contra de Donnchadh. Sin saber, que aquel sería el inicio de una historia que jamás pensó ser escrita.

_ ¿En qué piensas, sobrino?_ le había expresado el rey William Strongbow de Carlow a aquel joven que estaba cerca de él.

_ En que el ejército del rey Bernard Wellesley pretende rodearnos por el suroeste. Un espía ha venido a informarnos cuales son sus planes. Y quien comandará esa misión.

_ ¿Ha pensado qué hacer?

_ Devolverle la sorpresa. Serán ellos los que no se esperaran nuestra presencia. Mañana me dirigiré a esas tierras... Estudiaré los lugares estratégicos.

_ ¿Irás solo?

_ No... iré con Brandon._ sonrió pensativamente_. Antes de que el alba aparezca en nuestro camino a Donnchadh.

Eileen, en ese preciso momento, había llegado junto a su doncella, encontrándose que su prometido le esperaba, como todo los días, cuando ella simplemente se alejaba un poco.

_ ¿Me esperabas?

_ Nunca es algo que consideré con desagrado... Siempre procuro que llegues bien para poder regresar a mi hogar con tranquilidad.

_ He escuchado que pronto planearan otra excursión a la tierra de los Carlow.

_ Sí... Dentro de tres días tendré que irme y conducir el ejército de tu padre junto a tu hermano Declan. Es una misión peligrosa, pero es por el bien de nuestro pueblo.

_ ¿No sería mejor buscar la paz?

_ Eileen... No es tan sencillo. Los lazos de amistad se rasgaron hace tiempo, y con ello, el intento de sanar las asperezas. Después de la muerte de tu abuelo sucedieron muchas cosas...

_ ¿Qué cosas?... ¿Por qué nadie me dice nada?

_ Eras muy pequeña, Eileen... al igual que yo. Y tu padre lo ha decidido así.

_ Eso lo sé..._ expresé al darle la espalda, aún más triste y resignada.

_ Ruego a Dios volver pronto para ver tus ojos, Eileen... Al igual que el día de nuestro matrimonio._ le había expresado con dulzura.

_ Shane, ruego a dios que así sea. Y regreses pronto...

Era un buen hombre, algo que Eileen no podía negar. Aunque solo podía apreciarlo, de la misma manera que se aprecia a un buen amigo.

Eileen lo miró alejarse, después de que él se había despedido de ella. Se sentía tan culpable por no poder sentir algo más. Sin embargo, era consciente que ese compromiso que los unía, había sido celebrado la noche de su nacimiento.

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