Trastorno

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-Yo mejor me voy, no tengo nada que hacer aquí.- anuncia el abogado con molestia en la voz.

-Has lo que quieras - dijo Marisela sin darle importancia -, yo me voy a quedar a cuidar a mi madre.-remarca el mi.

Santos hace un ademán con la mano como diciendo; "como quieras".

Estaba a punto de marcharse justo cuando una enfermera se acercó hasta ellos.

-¿Señor Santos?

-Sí, soy yo.

-La señora Guaimarán despertó y desea verlo.

Santos le dirige una mirada de seriedad a Marisela, ésta traga saliva, sabe que no es buena idea que la vea.

-Eeh... Santos, ven un momento por favor- lo toma del ante brazo para alejarse a una distancia prudente.-, disculpe señorita.- se disculpa con la enfermera antes de alejarse con Santos.

-Por favor sé prudente, no la alteres, no le grites por favor. Entiende que está enferma.- en voz baja, pide Barquero a modo de súplica.

Santos se mantenía serio y sin responderle se acerca nuevamente hasta la enfermera.

-Lléveme con ella, señorita. - le dijo con la misma postura.

La enfermera asintió con la cabeza e indicó el camino guiándolo hasta llegar los dos a la habitación.

Marisela se vuelve a Melquiades quien traía en manos su cuchilla, ésta se asusta, se acerca a él.

-Por favor Melquiades, no haga nada. - volvió a pedir a modo de súplica, esta vez temblando.

Le dirigió una mirada que daba miedo.

-Hágalo por mi mamá, ¿sí? Ella nos necesita a los dos.- ruega la joven morena casi angustiada.

Melquiades no le quedó de otra que quedarse de brazos cruzados, lo haría sólo por su doña, no porque Marisela se lo haya pedido.

En tanto Santos se hallaba ya dentro de la habitación donde estaba Bárbara, la enfermera los dejó a solas luego de avisarle a Bárbara que estaba con los ojos cerrados.

-Santos.- le dice a modo de saludo.

Éste la miraba muy serio en su rostro expresaba molestia, lo que le extrañó a la ojiazul.

-¿Qué pasa? - pregunta confundida al verlo como le miraba.

-Pasa... Que me mentiste Bárbara.- dice entre dientes, Luzardo.

-Mentirte pero... ¿De qué me hablas Santos? - la castaña no está entendiendo su comportamiento.

¿Mentirle? ¿En qué? Ella no es capaz de mentirle.

-Me mentiste.- insiste.

Bárbara ya estaba ansiosa. Menea la cabeza de lado a lado en negación.

-No estás embarazada.- remarca cada palabra.

-¿Qué? ¿Cómo puedes decir eso? Estás bromeando y te voy diciendo que no me está gustando esta broma. - advierte Bárbara.

-¡Deja de mentir maldita sea! - eleva el tono de su voz, descontrolándose -¡Déjate de hacerte la mártir que no te queda!

-Es que, no entiendo de qué me estás hablando, ¿Por qué me hablas así?

Santos no aguantó más, acercándose a ella la toma por los brazos y la agita bruscamente.
-¡Deja de hacernos creer que todos somos unos imbéciles! ¡Bárbara! ¡El doctor dijo que no estás embarazada! ¡Basta de mentiras! - grita.

Por SiempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora