Había pasado una semana. Una semana en la que no había salido de la cama. Sin comer, ni dormir apenas nada.
La mañana después de aquella noche, mi madre entro en mi habitación. Me preguntó que me había pasado en la cara y en el cuello.
—¿Que te pasó anoche?¿Quieres contarmelo, cariño?— Me dijo ella dulcemente.
— Nada, estuve con Joe en su casa. Sus padres llegaron pronto así que me tuve que ir corriendo antes de que me vieran. Con las prisas me la hostié por las escaleras.
—Habla bien.— Me dijo.
—Me caí.— Corregí.—Quería decir que me caí.
No parecía conforme, sabía que no se lo había creído, pero no insistió.
Eso fue todo lo que hable en toda la semana.Apenas dormía. Tenía pesadillas cada vez que lo intentaba. Imágenes borrosas venían a mi cabeza: ese chico encima mío, la herida sangrando de Jaden, a Joe mirandome para luego irse corriendo.
Nunca me había sentido tan mal.Después de una semana entera sin hablar con nadie, mi madre volvió a entrar en mi habitación.
—Ya está bien, hija. No se lo que te pasa y no puedo saberlo si no me lo cuentas, pero no puedes pasarte la vida aquí encerrada. Es verano, sal y disfruta, ve con tus amigos, con tu novio. Lo que sea pero no te quedes aquí dentro sin hacer nada.
Puse los ojos en blanco cuando nombró a mi novio y sin decir nada me di la vuelta para seguir en la cama.
Ella abrió las cortinas de golpe.—Maeve Meredith Wilson, ¡Levántate de la cama!—Dijo con menos paciencia.
Pero levantarme de la cama era lo último que quería hacer.—Olivia Jennifer Smith, por favor ¡déjame en paz!
—Bueno ya esta bien ¿Se puede saber que te pasa?
—Nada.— dije secamente.
—Escucha, puedes contarme lo que sea y yo intentaré entenderte , o puedes quedarte ahí sin decir nada y discutir conmigo.
—No quiero hablar contigo, ni tampoco discutir. Solo quiero quedarme en la cama.
—Lastima que esa no sea una opción. Levanta.
—Pero.— intenté protestar pero ella me interrumpió.
—¡Levanta!
—Pero ¿a dónde quieres que vaya exactamente? No quiero estar con nadie así que no se que pretendes que haga por ahí.
—Vas a acompañarme a comprar.
¿Es broma? Será broma.
—¡Vamos!— gritó desde el pasillo.
Pues no es broma.
—¡Voy!— grite yo también.—Joder.— dije por lo bajo.
— ¡Que hables bien!
¿Pero que clase de súper oido tiene esta mujer?
Me levanté despacio y me puse un chandal cualquiera. Quince minutos después, estaba de camino a la tienda con mi madre al lado.
Lo cierto es que ,aunque en ese momento no era mi persona favorita en el mundo, mi madre siempre me cayó bien. Era joven. Al menos más que el resto de madres que conozco. Me tuvo a los 16 años.
Mi padre y ella estaban divorciados. Ella le puso los cuernos con Frank. Aunque echo de menos a mi padre, no me enfade con ella. No conocía su versión de la historia. Así que no podía hacerlo.—Te dejo elegir lo que quieras comprar en la tienda. Hasta chocolate del caro. Pero solo si sonríes un poco.—Me dijo dulcemente.
Sonreír.
Era algo tan simple, pero no era capaz de hacerlo. Desde esa maldita noche todo parecía más difícil.—No quiero nada, pero gracias.— Contesté lo más amable que pude ser en aquel momento.
Ya estábamos en la tienda. Yo sujetaba una cesta y ella iba dejando cosas dentro. Sin duda no era el plan más divertido de la historia, pero al menos había salido de la cama.
Mi madre se paró a hablar con una señora y yo le dije que me iba fuera, a fumar.
Y lo último que me esperaba fue ver a Joe fuera también. Se acerco y cuánto más cerca estaba más ganas tenía yo de golpearlo.—Hola, princesa.— me dijo. Nunca había odiado tanto que me llamara así. — Otra vez fumando...
Hizo el intento de quitarme el cigarro de la boca y yo le dí un manotazo en la mano.
—¿Que coño quieres?— dije bruscamente.
—¿Siempre has sido tan vulgar?
—¿Y tú siempre has sido tan gilipollas?
—¿Oye que te pasa conmigo?
—No se, haz memoria a ver si se te ocurre algo.
—¿Estás enfadada por la otra noche? Yo no tengo la culpa de lo que te pasó.
Me dió tanto asco pensar en el tiempo que pase con el.
—No digo que tengas la culpa. Digo que tuviste la opción de pararlo y no hiciste nada.
—¿Pararlo? Princesa ¿Tu viste a ese chico? Era imposible pararlo y salir con vida.
—No era imposible, alguien le paró. Alguien que no conocía de nada, que era su amigo, le paró. Alguien que no eras tú.
Antes de que el dijera algo más seguí.
—No quiero volver a verte nunca Joe. Si tanto odias este barrio y a la gente que vive aquí, no vuelvas.
Ví que mi madre salió de la tienda y fuí con ella. Intentando no llorar otra vez.
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Red lip & summer nights
RomanceLas mejores historias no siempre tienen el mejor comienzo. Jaden y Maeve son la prueba de ello.