—Y dime, ¿Sigues saliendo con ese capullo?— preguntó Dave.
—¿Qué? — pregunté yo.
—Si ya sabes, ese chico rico con el que pasabas todo el día. — explico Dylan.
—No.— Dije secamente.
—¿Por qué no? — Preguntaron los dos a la vez.
—Vosotros lo habéis dicho, por capullo.— Dije yo.
—Mejor. No nos caía bien. —Dijo Dave.
El taller estaba un poco lejos de casa, así que de camino les había dado tiempo a hacerme todo tipo de preguntas.
— Espero que no quede mucho para llegar, porque me da miedo la próxima pregunta que se os ocurra.— lo dije algo divertida, pero era cierto que me daban miedo.
Solo andamos un par de metros más y ví las puertas de ese viejo taller ante mi.Muchísimos recuerdos vinieron a mí: ayudando a mis hermanos cuando apenas tenía 6 años, con todas las manos sucias de estás tocando todas las herramientas. Un día me dejaron dar órdenes a todo, como si yo fuera la jefa. Fue uno de los días más felices de mi vida.
Entré y me quedé mirando la cantidad de coches que había ahí.
—¿Cómo podéis arreglar todos estos coches vosotros solos? — pregunté alucinada.
— Ah, creí que te lo habíamos contado. Hemos contratado a un chico. — aclaro Dylan.
— Sí, de momento solo estará durante el verano, pero es muy bueno trabajando. Seguramente le llamemos en invierno también.
Entonces salió un chico del cuarto donde guardaban las herramientas. Se estaba quitando sudor de la frente así que no ví quién era. Cuando por fin le reconocí me tense un poco. Era Jaden.
Un señor se acercó para hablar con mis hermanos, así que ellos se alejaron un poco. Yo aproveché el momento para ir a hablar con Jaden.— Hola. — Le susurré desde atrás. El tenso la espalda y se giró hacía mí.
— Hola. — Parecía confuso de verme ahí. — No sabía que tenías coche.
— No tengo.
— Y... ¿ Que haces aquí? ¿ Me estás siguiendo? — preguntó divertido.
Yo reí.
— No, he venido con mis hermanos. Según he oído son tus jefes.
— ¿Eres hermana de los gemelos? Me habían hablado de su hermana pequeña, pero no habria adivinado que eras tú.
— Ay Dios, ¿Que te han contado?— pregunté con cara de horror.
— Nada malo, tranquila. — dijo riendo. Yo suspiré.
— Así que ¿Te gustan los coches?— pregunté curiosa.
— Bueno, no son mi gran pasión, al menos no tanto como la de ellos, pero no me importa trabajar aquí.
—Si, ya veo que has trabajado mucho hoy.— Dije riendo, mientras le señalaba. Estaba lleno de manchas de aceite para coches. Tenía toda la cara negra.
El empezó a reír después. Le pasé una toalla que había cerca y se limpió un poco la cara.
Mi hermano Dave me puso una mano en el hombro.
— ¿De que habláis? —Preguntó Dave.
— De nada. — Dije yo distraídamente.
— ¿Es que vosotros ya os conocías? — Preguntó Dylan, que acababa de acercarse.
— Hemos coincidido un par de veces.— Dijo Jaden.
— Ya. — Dijeron los dos a la vez. Solo hablaban a la vez cuando no se fiaban de algo.
— Os dejamos solos un momento, que tenemos que hablar con un cliente. — Dijo Dave.
— Maeve.— me susurró Jaden. — ¿Vas a venir mañana también?
Tarde unos segundos en contestar. Podía notar su respiración en mi cuello, y estaba muy tensa. Aunque fuera una tensión que me gustó.
Me dí la vuelta y nuestras caras estaban muy cerca. Le dí un empujón suave en el pecho.
— ¿Sabes lo que es el espacio personal? — Bromeé.
El se rió.
— ¿Vas a venir o no? — Dijo divertido.
— Sí, puede.— dije yo.
Volvieron mis hermanos y estuvimos un rato hablando los cuatro. Estuvimos arreglando un coche y aunque, yo no hice mucho, acabe llena de manchas negras por las manos y la ropa.
Pasamos ahí toda la tarde. Yo no hable mucho con Jaden, pero nos miramos un par de veces. Veces en las que me puse nerviosa sin motivo. Cuando se empezó a hacer de noche, Dave se fue a casa con Lily, pero Dylan me dijo que me acompañaria.
De camino volvieron las preguntas. No fueron incómodas hasta que:— Oye, Maeve. Jaden no ha tenido nada que ver en tu ruptura con el guaperas del barrio rico. ¿Verdad?
Ojalá hubiera acabado con Joe por los motivos que piensa mi hermano. Pero la intervención de Jaden en nuestra ruptura fue mucho peor. Aparte esos recuerdos de mi cabeza.
—¿Qué? No, claro que no.— negué con la cabeza.
El se quedó en silencio lo que quedaba de camino, así que yo tampoco dije nada más.
Cuando llegamos a casa, me dió un beso en la mejilla y se despidió de mí.Yo me metí en la cama, intentando dormir un rato. Pero de nuevo las pesadillas volvieron, y yo pasé otra noche de mierda.
ESTÁS LEYENDO
Red lip & summer nights
RomanceLas mejores historias no siempre tienen el mejor comienzo. Jaden y Maeve son la prueba de ello.