Capítulo 8.

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Entré en casa y solo se oían gritos. Mi madre lloraba, Frank daba golpes a los muebles y mis hermanos le estaban gritando que parara.

-¿Qué está pasando?-Pregunté confusa.

-¿Dónde estabas?- Preguntó mi madre entre enfadada y aliviada de verme.

-Estaba dando una vuelta. Creí que querías que saliera.- Dije aún confusa mientras miraba a Frank, que seguía dando golpes a los muebles. - Oye ¿Qué le pasa a este?

-Esta enfadado por lo que sea que os ha pasado está mañana. ¿Que os ha pasado?- Preguntó ella cansada. Todos los días acababa discutiendo con Frank, ella ya estaría harta.

-Que me he secado el pelo y el se ha puesto como un loco por el ruido. Luego se ha metido en mi habitación de repente, el tío asqueroso.

-Podrías intentar llevarte bien con el, para variar.

-Y tú podrías tener un novio normal. Osea mírale, es imposible que te guste él.

Las dos nos giramos a la vez para mirar a Frank. Era un hombre de unos 48 años, delgaducho, bajito, con canas y siempre le acompañaba una botella -de cualquier tipo de alcohol- en la mano.

- Me enamoré de él. No de cualquier otro. - Dijo ella con un tono melancólico. Cómo recordando el principio de su relación.

-También te enamoraste de papá una vez. Podrías volver a hacerlo de alguien más parecido a él. -Dije yo triste.

Me sobresalté cuando Frank rompió una silla de una patada. Entonces mis hermanos le sujetaron y Dylan se acercó a él.

- Vuelve a dar un solo golpe más, y te prometo que lo próximo que se romperá en esta casa, será tu cara. -Le dijo en bajo. Pero lo entendí perfectamente.

Frank levanto las manos en señal de paz.

-Y ahora, pídele perdón a mi hermana por lo que sea que le hayas hecho está mañana, y a mi madre por hacerle llorar. - Dijo Dave.

-No necesito que me pida perdón- Dijo mi madre intentando aguantar las lágrimas.

Me acerque a mis hermanos para decirles que soltaran a Frank. Al menos así se marcharía un buen rato. Puede que incluso no volviera en todo el día.

Una vez se fué, les dí un beso a mis hermanos y me metí en mi habitación.

Me tumbe en el cama y cerré los ojos. Realmente me parecía insoportable vivir ahí. Desde que se fue mi padre todo era una mierda. Le echaba mucho de menos.
Cogí un Walkman, me puse los cascos y empecé a escuchar música. Empezó a sonar "God save the Queen" de los Sex pistols.

Recordé la primera vez que escuché esa canción. Hacía 6 años atrás.

Estaba limpiando mi habitación, escuchando una cinta de Madonna. Mi padre entró en la habitación con una cara de horror.

-Por Díos, ¿Qué estás escuchando? - Dijo como si le estuvieran torturando.

-¿Qué te pasa? Madonna es una reina.- Dije yo indignada.

-Eso no es música de verdad, espera aquí.

Se fué corriendo y volvió un minuto después con una caja. Se sentó a mi lado en la cama y empezó a sacar cintas: Sex Pistols, The Clash, Ramones, Queen, The Rolling Stones...

-Estos son los grandes. Músicos de verdad. Escúchalos y me dices que te parecen. Seguro que te gustan.

Yo me quedé mirando las cintas. Puse una de los Sex Pistols y comenzaron a sonar sus canciones: Anarchy un The U.K, God Save The Queen, Silly Things... Me gustaron todas las que escuché. Hasta ese momento nunca me había gustado la música ruidosa, puede que porque nunca me había parado a escucharla. Pero me hizo sentir bien. Esas cintas se convirtieron en mi lugar seguro.

Más cuando papá se fué.

Alguien llamó a la puerta. Me quite los cascos para recibir a mi madre. Pero fueron Dylan y Dave quienes entraron.

-¿Escuchando las cintas de papá? - preguntó Dylan.

Asentí con la cabeza.

-Oye, solo veníamos a decirte que si alguna vez no aguantas mas aquí, puedes venir a casa. A la mía o a la de Dylan. - Dijo Dave.

-Gracias, pero no quiero dejar sola a mamá. -Dije yo.

-Mamá ya es mayorcita. No necesita que cuides de ella. - Afirmó Dave.

-Además, fue ella la que eligió vivir con Frank, no tú.- Confirmó Dylan.

- No sé. Lo pensaré, si vuelve a pasar algo. - Dije yo.

Ellos me sonrieron.

-¿Te apetece venir al taller? Antes te encantaba. - Preguntó Dave.

- Si, vale.- dije sonriendo. Hacía mucho que no iba al taller. Cuando mis hermanos tenían 16 años, adoraban los coches y empezaron a trabajar en un viejo taller. El dueño murió un par de años después y ellos se lo quedaron. - Esperad a que me cambié de ropa.

-Si, oye ¿Por qué tienes toda la ropa mojada?

Yo me reí.

- Fuera. Ya. - dije aún riéndome.

Me cambié rápido de ropa. Me puse unos vaqueros rotos de tiro alto y una camiseta te manga corta llena de agujeros con imperdibles.

— Ya podemos irnos. —dije ilusionada. Tenía muchas ganas de ir otra vez al taller.

Red lip & summer nightsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora