CAPITULO 11

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Roberto se quedó mirando a Marcela y pudo notar que tenía ganas de gritar y sabía muy bien cuál era la razón. Respiro hondo no quería perder la calma con ella, pero cada vez se le hacía más difícil

DR: ¿Que se te ofrece Marcela?
MV: Saber ¿Dónde está Armando?
DR: Ya te lo dijimos ayer que no sabemos dónde está ¿No te quedo claro?
MV: Y yo me lo tengo que creer, mira yo no sé qué es lo que les está pasando, pero ustedes no pueden permitir que Armando se enrede con una don nadie
DR: Ya te lo dijimos ayer nosotros no vamos a obligar que él se case con una mujer que no ama, ya mucho lo hemos presionado pensando que te amaba, pero ahora que sabemos que no es así ya nada podemos hacer al respecto
MV: Lo que ustedes no entienden es que solo esta encaprichado con esa mosquita muerta
DR: No lo creo, pero eso no es lo importante ya que como bien dijo no te ama y sobre eso no hay mucho que hacer
MV: El me ama no puede enamorase de nadie más, yo soy la única mujer que tiene que estar con él
DR: No lo creo, por favor entiéndelo no lo presiones más

Marcela se trata de controlar porque lo que realmente quiere es gritar hasta quedar sin voz, pero si quiere que ellos la vuelvan a apoyar tiene que ir con pies de plomo

MV: ¿Y qué quiere que haga mientras mi prometido está lejos de
mí? ¿Y no sé dónde encontrarlo?
DR: Déjalo que vuelva y ahí hablas con él, aunque no creo que cambien mucho las cosas
MV: ¿Y mientras qué? Que se siga revolcando con esa
DR: No sé tú verás que haces ahora si no es mucha la molestia me dejas seguir trabajando

Y no quedándole de otra abandono la oficina totalmente ofuscada no había conseguido averiguar dónde se encontraba él, para así arrancarlo del lado de esa mujer

En Cartagena Armando se paseaba por los comercios, estaba buscando algo muy especial que darle a Betty y que ella pudiera ver que su amor por ella seria para siempre, al final encontró lo que buscaba y como niño pequeño se fue donde le había dicho Cata hacía unos instantes

Cuando llego donde se encontraban ellas no pudo menos que suspirar de dicha su Betty estaba muy linda con sus gafitas nuevas que eran de montura al aire, pero lo que más lo dejo impresionado fue cuando ella tímidamente le sonrió y pudo ver que ya no llevaba los brackets. Se fue acercando hasta que llego donde ella para rodearla por la cintura y besarla, recorrió su boca por completo y se deleito al no encontrar barreras, ella solo le respondió como siempre y se dejo llevar por él

A: Hay mi amor que bella sonrisa le quedo y besarla es un placer sin tantos obstáculos que vencer
B: No diga eso, pero es verdad me siento bien sin ellos
C: Pues claro que se siente bien, debería habérselos quitado hace tiempo ya lo dijo el dentista
B: Si es cierto, pero con la economía de mi casa era casi imposible
C: Bueno eso ya no importa, ahora todo está en su lugar, que nos vamos al hotel estoy famélica y son más de las tres como que el almuerzo salió un poco tarde ¿No?
A: Si, vamos que yo igual tengo hambre, vamos amor

Y después de darle un piquito la tomo de la mano para ir de vuelta al hotel. Cuando entraron a la recepción se encontraron con Michel que preguntaba por Betty o Cata obteniendo como respuesta que aun no habían vuelto, cuando este se giro y vio a Armando con aquella mujer pensó que no era tan profundo lo que sentía por Betty ya que a la primera de cambio la había cambiado por otra, solo que le extraño que los acompañara Cata y no veía a Betty por ningún lado, pero cuando estuvo lo suficientemente cerca de ella y la miro a los ojos a aquella muchacha se dio cuenta quien era no por nada la había observado siempre que podía

MD: ¿Betty? ¿Es usted verdad?
B: Si Michel soy yo con unos arreglitos jojojo
MD: Esta realmente bella (tomándole la mano y besándola cosa que no agrado a Armando)
B: Gracias (sonrojada)

A PESAR DE TODODonde viven las historias. Descúbrelo ahora