Capítulo 8

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—No hagas promesas que no serás capaz de cumplir, duende— susurra apartando la mirada.

—Lo digo enserio, Nicola— digo acariciando su mejilla— No te dejaré... solo si no me das alguna razón para hacerlo.

—Nunca más te daré una razón para que siquiera pase por tu mente la idea de abandonarme— promete.

Y de pronto pasa lo inevitable.

Hace un puchero. Un jodido puchero. ¿Quién lo creería?

—Me encargaré de que no me abandones y si lo haces te secuestro de nuevo— afirma abrazando con más fuerza mi cintura.

—Pareces un niño— río— Es mejor que vayas a dormir un rato, estás borracho.

—Solo si vienes conmigo— dice, y luego de unos segundos parece recordar algo porque frunce el ceño— ¿Se puede saber qué haces fuera de la cama, Skyler? Tienes que estar en reposo, así que empieza a mover tu culo a la habitación.

—No es como si vaya a morir— ruedo los ojos pero me levanto de su regazo— Ambos necesitamos un descanso, vamos a la cama. Ahora, Nicola.

—Verte tan mandona me la pone dura— susurra al pasar por mi lado.

—¡Nicola!

—¿Qué? La comunicación es la base de una relación— guiña un ojo— Solo estoy mencionando un detallito.

No le respondo y empiezo a avanzar a la habitación, él me sigue aún riendo y cuando entramos se tira enseguida a la cama y golpea a su lado.

—Ni pienses en ir a otro puto lado— murmura— Tu lugar está aquí a mi lado.

Mi corazón se acelera antes sus palabras, como cada vez que suelta sus frases cursis. Me acerco lentamente a la cama y me dejo caer con cuidado a su lado intentando no tocar mi brazo lastimado.

Me pasa un brazo por la cintura y me hace chocar con su pecho.

Su respiración se ralentiza casi enseguida, yo por otra parte me quedo perdida en mis pensamientos.

No hagas promesas que no puedas cumplir.

Cuando dije que no lo quería abandonar hablaba completamente en serio, amo a Nicola con una intensidad que nunca pensé que podría sentir, pero aún hay cabos sueltos en nuestra relación, sé que hay cosas que aún no me ha dicho y solo espero que no sea nada que me haga odiarlo.

—Solo ámame, Nico— susurro— Ámame y todo lo demás quedará en el pasado.

En algún momento me termino quedando dormida, sintiéndome segura como hace tiempo no lo estaba.

——————○●◇●○——————

Una semana después.

—Tienes que enseñarme a defenderme— suelto de pronto, Nicola deja su taza a mitad de camino y suelta una risa.

—¿Para qué?

—Estaban intentando matarme, Nicola— ruedo los ojos— No puedo estar toda indefensa si lo intentan de nuevo.

—Eso no volverá a ocurrir— gruñe— No necesitas aprender una mierda porque estarás conmigo en todo momento, soy suficiente protección.

—Siglo XXI, amigo. No necesito que un hombre esté jugando a ser mi maldito príncipe— lo miro fijamente— Puedo y quiero protegerme yo misma, así que o me enseñas tú o busco a algún otro que me enseñe.

—En primer lugar no soy tu jodido amigo— espeta, mirándome mal— Y en segundo cambiate y baja al gimnasio— ordena.

Asiento entusiasmada y salgo corriendo a ponerme algo de ropa cómoda. Mi brazo ya está completamente curado así que no habrá ningún problema con eso. Tardo unos diez minutos y luego bajó hacia el gimnasio, él ya está ahí, no sé cómo se cambió tan rápido pero está listo para la acción.

Atrévete a QuerermeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora