CAPÍTULO 1: MORENA

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Ian Smith

El incesante sonido de la alarma de mi móvil me despierta y me obliga a abrir los ojos. Mi sien palpita ante la acción y gruño con molestia, mi estomago ruge de hambre y el olor a sexo invade mis fosas nasales, mi cabeza quiere explotar y esa maldita alarma no se detiene. Siento una presión en el pecho y con los parpados pesados me obligo a mirar mi entorno. Una chica rubia yace sobre mí, completamente desnuda. Hago mala cara sintiendo fastidio por su cercanía y con poca delicadeza me la quito de encima.

No sé dónde estoy. No tengo recuerdos claros de anoche, sólo mucha fiesta, mucho alcohol y muchos cigarros.

Me siento en la cama, estoy desnudo y hay condones usados esparcidos por el suelo. La cabeza me punza y con las extremidades adoloridas; me ubico y me pongo mi ropa. El gabán gris es lo último que me pongo antes de buscar la salida. Hay personas tiradas en el suelo, ebrias, drogadas y creo que hasta muertas. Ash, me da la misma mierda.

Sólo quiero salir de aquí, pero mi mente me lanza una alerta que grita ¡No te vayas! Y puedo recordar, mis pies dejan de moverse por sí solos y maldigo.

El imbécil de Matt, vine con él.

Giro sobre mis talones revisando cada una de las habitaciones, veo todo tipo de escenarios en ellas. Una chica haciéndole una mamada matutina a un chico, por ejemplo. Palpo mi chaqueta y mi pantalón buscando las llaves de mi auto hasta dar con ellas, ¿Pero adivinen quién mierda no aparece? Aprieto los puños, no soy un maldito niñero.

Busco y busco sin hallarlo, cada vez me desespero más y cuando estoy por hartarme y largarme sin él; lo encuentro en una oficina de la casa profundamente dormido, lo que me causa curiosidad es encontrarlo solo y sin rastros de haber tenido sexo anoche. No me molesto en ser silencioso, tengo resaca y mucha sed, si alguien me habla en estos momentos juro que podría matarlo a golpes. Me ubico junto a la cama tocando con mi dedo índice la frente del que dice ser mi mejor amigo.

—Oye, maldito rubio de mierda —mi voz suena rasposa y arde un poco—. Despierta ya.

—Mmm —gruñe con los ojos todavía cerrados—. Déjame en paz.

—De eso nada, despierta ya que me quiero largar y si no te mueves te dejo aquí.

El muy imbécil me ignora haciéndome enojar, no estoy para estas pendejadas. Tenso los dientes, parece que hay que usar otra técnica para despertar a la bella durmiente.

Como puedo doy con la cocina, tomo agua en una jarra y regreso al lugar donde lo encontré, sigue dormido. Llego a su lado y derramo el agua en su cara. Eso es suficiente para que despierte y empiece a toser en busca del aire que le robé cuando el líquido cayó justo en su nariz.

—¡¿Qué mierda te pasa, cabrón?! —grita, empeorando mi dolor de cabeza—. ¡Ten más tacto!

—Cállate y muévete que debemos irnos.

—Me duele mucho la cabeza —se queja frotándose la sien.

—Pues no eres el único. Así que mueve tu culo y salgamos de aquí, Matthew que me quiero ir ya.

Murmura algo por lo bajo antes de levantarse del suelo con toda la paciencia que a mí me falta. Se ve horrible y sé que yo debo estar igual o peor que él. Me descontrolé anoche, no puedo beber tanto o lo lamentaré. Sin embargo, ambos la estamos pasando mal, por razones distintas, pero mal al fin y necesitábamos un poco de distracción.

La mansión en donde despertamos queda atrás, está fuera de la ciudad y vuelvo a maldecir cuando encuentro mi auto sucio de cerveza seca sin mencionar que en la madrugada nevó y está todo cubierto de nieve. Maldición.

Más Allá de Todo  [+18] (EN PROCESO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora