CAPÍTULO 12: UN PLACER.

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Valeria Andrade.


Creo que tengo estreñimiento.

Y vale, esa no es la mejor sensación en estos momentos. No es ni de cerca el mejor pensamiento que puedo tener mientras camino de la mano de Ian hacia una habitación. Una en la que nada puede ser amistoso y mucho menos tierno.

Una vez estamos frente a la puerta con el número que dice en la tarjeta que me entregó mi jefe, me giro a verlo. Me la tiende y de inmediato abro para ingresar. Me pongo peor una vez estamos dentro. Hay una cama, un Kama Sutra, un tubo del piso al techo para shows privados y una ducha con jacuzzi muy, pero muy tentadora.

El caballero que me acompaña se adentra de lo más tranquilo dejando la chaqueta del traje sobre la cama y despojándose de los zapatos antes de tirarse sobre esta. Y yo sigo como una estúpida de pie junto a la puerta.

—Cierra la puerta, morena. Prometo no comerte.

—Define "comer".

Él, que ya tenía un brazo sobre los ojos se acomoda para verme con una sonrisa en el rostro mientras que yo siento que soy un tomate.

Sin esperar que diga más hago lo que me pidió y me acerco a su lado. Dejo la mochila sobre su abdomen y empiezo a revisarle los bolsillos del pantalón y la chaqueta que está a sus pies para tomar cada una de las cosas que ya me había dado y le devolví. Es una acción que no se esperaba y lo puedo ver pasar saliva con mucha dificultad, me reconforta saber que él también se ve afectado por mí. Rebusco en sus bolsillos con toda la intención de hacerlo sufrir y por eso mis movimientos son lentos y sin perder el contacto visual.

Bajo su atenta mirada le quito todo y lo guardo en mi mochila para más seguridad. No confío en él para que no pierda nada. Además, él debe pagar la habitación y no me voy a arriesgar a que me salga un idiota, se largue y me toque pagar a mí.

—Así nada se perderá —le digo de forma casual, enarca una ceja.

—Estando sobre mí tampoco lo harían.

—Vale, pues no te pregunté.

—Yo sé que no, pero admite que sólo me querías manosear.

—Oh sí, lo admito, me muero por introducir mis curiosos dedos en cada cavidad de tu cuerpo que logre encontrar.

Le borro la sonrisa estúpida que carga. Suelto a reír un poco mientras doy la vuelta a la cama y me acuesto a su lado. Siento que hay mucha tensión, es como si en cualquier momento alguno se fuese a lanzar encima del otro. Se siente tan íntimo y tan normal esta situación que no puedo evitar cuestionarme mis decisiones de los últimos días. Hago una mueca, pienso que estoy caminando por un sendero lleno de peligros y sorpresas nada agradables.

—Dame tu mano.

Pide en un susurro apenas audible. Muy lentamente entrelazo sus dedos con los míos. Es un tanto incómodo para mí debido a sus anillos, pero él lo hace más cómodo al tomarla de otra manera, una en la que mi mano queda atrapada y oculta entre la suya.

Hay al menos medio metro de distancia entre los dos y no hemos hecho otra cosa por más de diez minutos que observar el techo de la habitación. Los latidos acelerados de mi corazón no se han tranquilizado y él no hace más que soltar leves suspiros.

—No querías estar solo esta noche —digo, queriendo llenar el silencio—. Esa es mi conclusión de que estés aquí.

—Estoy de acuerdo con ella.

Más Allá de Todo  [+18] (EN PROCESO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora