No es algo que quiera hacer

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Sabe que se enamorará de Eijiro, y no es algo que quiera hacer.

Bakugo lo sabe, no es capaz de explicarlo con sus propias palabras al ser un tonto al momento de expresar su sentir o los pensamientos que suelen tocar una melodía ruidosa en su mente. En ocasiones emplea demasiado tiempo explicando quien es y como se siente, no lo puede expresar de forma tan simple.

Solamente sabe que se está enamorando.

Lo sabe porque no había sentido algo parecido antes, y le asusta. Jodidamente le asusta la sensación.

Le asusta como su corazón se pone en marcha cuando él aparece, cuando roba una sonrisa de sus labios, el tan solo verlo emocionado hace que su corazón se sienta lleno.

Le asusta que la existencia de una persona le ponga nervioso de una manera que nadie ha hecho y tampoco ninguna situación. Cree que ahora se esfuerza demasiado en como se ve, en lo que hace y dice cuando se trata de Eijiro.

Quiere hacerlo bien, pero, ¿qué es exactamente lo que quiere hacer bien? Una pregunta que no deja de revolotear por su mente.

Esta divagando, de nuevo. Pero no puede evitar sobreanalizar como se siente al respecto, y le preocupa.

Murmullos, una tras otro. Ahora más fuertes.

—Ey, ey. ¿Me estás escuchando?—Los murmullos son claros ahora. De nuevo se ha quedado mirando al dueño de esos ojos carmesí mientras pensaba de más.

—No.— Responde chasqueando su lengua y luego se acomoda de mejor forma en su asiento.

—Definitivamente es genial lo sincero y directo que eres, pero sí necesito que me escuches—Bakugo deja de mirarlo directamente, finge molestia cuando en realidad es posible que este mirando el movimiento suave de los labios de Kirishima—¿Por favor?

—Como sea. Habla ya—Su codo se acomoda debajo de su mentón mirando de reojo al pelirrojo.

—Bien. Tenemos que organizar el evento de San Valentin. Dijimos que lo haríamos, así que-...

—Ni hablar—Interrumpe al instante.

—¡Bakugo, tu mismo levantaste la mano cuando preguntaron quien quería ser el encargado!

—Yo solo quería mandar.

—¿En serio...?

—Sí.

—Bien, bien. Mira, también levante la mano contigo, no podemos quedar mal a la clase cuando nos comprometimos—Un silencio se establece en el ambiente y finalmente Kirishima no puede evitar poner los ojos en blanco con una pequeña sonrisa cuando cae en cuenta de que un pequeño monólogo no servirá de nada—Te compraré el plato picante de la tienda que te gusta.

—Hecho.

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