CAPÍTULO 11: ESTOY CONTIGO

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Valeria Andrade.


¿Conocen esa sensación de haber logrado lo que jamás imaginaron que pasaría? Es justo lo que siento yo ahora mientras devoro con ansias los labios de Ian Smith.

Lo que inició como una simple presión de nuestras bocas fue yendo más allá en el momento en que sin pensarlo ladeé mi cabeza y tomé su labio inferior entre los míos para morderlo un poco, era algo que añoraba hacer desde que lo conozco y él no desaprovechó su oportunidad para invadirme con su ávida lengua. Ahora somos un desastre ocurriendo.

Es una jodida maravilla saborear su lengua y jugar con ella mientras sus grandes manos recorren mi cuerpo como si le perteneciese y lo peor de toda la situación es que se siente tan correcto y delicioso. Sus labios son suaves y su boca sabe a licor, es adictiva. Mantengo mis ojos cerrados sin despegarme de sus suaves labios. El aire comienza a faltarme, pero joder, no quiero dejarlo ir, creo que podría pararlo sólo para decirle que me folle en su auto de las ganas tan abrumadoras que le tengo.

—Έχασα, σέξι μελαχρινή —dice y sonrío contra sus labios.

No le he entendido nada, pero me gusta cuando me habla en ese desconocido idioma para mí, porque ni la menor idea de cuál sea.

El frío de la noche no me abruma, siento calidez en su cuerpo tan pegado al mío. Siento mi boca hinchada por tantos besos, llevamos más de cinco minutos en esto y tengo la certeza de que aquí no acabará si no pongo un alto pronto.

Él no deja de peinar mi cabello con sus dedos, de besar mis mejillas y recorrer la piel de mi cuello con la punta de su nariz mientras que, yo no soy capaz de más nada que no sea aferrarme a la tela de su camisa para tener un cable a tierra que me impida perder la cordura. El nivel de excitación al que estoy llegando supera mis mejores momentos de auto placer, todo lo que deseo es a él haciéndome lo que debería haber experimentado desde hace mucho.

—Ian, por favor... —susurro mientras su lengua recorre la piel de mi cuello.

—¿Mmm?

No he tenido siquiera la decencia de verificar que no haya personas viendo nuestro espectáculo además de seguramente los chicos de la pizzería. La avenida está más que desolada y no hay otro auto estacionado además del suyo. He de parecer una prostituta y él un desesperado. Dios, este país me está robando el pudor.

Logro recuperar el raciocinio cuando ese maldito caliente me mete las manos en el abrigo palpando la piel de mi abdomen. Sí, una puta que anda en arnés y sujetador comiéndole la boca a un hombre que ni siquiera conoce.

—¿Qué carajos haces? —tomo sus manos entre las mías alejándolas de mi cuerpo.

No porque no lo desee o me repudie el contacto, es por mantener algo de dignidad.

Con su errática respiración el hombre da un paso atrás empuñando las manos que empiezo a extrañar cuando no me están tocando. La mirada cargada de deseo que tiene plasmada me hace temblar las piernas y me recuerda lo húmeda que tengo la entrepierna sin mencionar el hecho de que puedo notar el bulto que tiene entre sus pantalones y que evito mirar para no caer en tentaciones.

—Lo siento —es lo único que dice antes de darse la vuelta y pasarse las manos por el cabello.

Veo su ancha espalda moverse con brusquedad y sólo hasta este momento puedo apreciar lo bien que luce con ese traje. En realidad, vestido de esa manera luce muy maduro y atractivo, casi podría babear con las cochinadas que me pongo a pensar de él sosteniendo su cinturón con una mano mientras que con la otra me eleva el mentón estando de rodillas frente a él.

Más Allá de Todo  [+18] (EN PROCESO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora