Que paradójico es cuando te desvives por cuidar de alguien a quién amas (o al menos eso es lo que crees), y lo procuras y le atiendes, le resuelves, le proteges, te fusionas, te anulas... y lo absorbes.
Y de pronto, te das cuenta de que no fue suficiente, o tal vez fue más que suficiente, nisiquiera era necesario.
Porque se va. Tú crees que te abandonó, cómo lo hicieron otros más antes, pero no, sólo se fue.
Decidió que no quería ser parte de una simbiosis, al menos no de una, en la que el miedo y una herida abierta yacen, esperando ser resueltos a través de la existencia de alguien más, a través de renunciar a tu propia vida y ponerla en manos de otro ser.
Y tan paradójico puede ser el miedo a ser abandonado, que en ocasiones la solución a tan angustiante posibilidad es convertirse en el -abandonador- primero."Es mejor herir a que te hieran", es el intento de justificación que suena en tu cabeza buscando aliviar la culpa y seguir anestesiando la herida... pero, ¿hasta cuando?
ESTÁS LEYENDO
Insomnio y diosidencias: El inconsciente en busca de salidas de emergencia.
PuisiUna crisis de ansiedad en medio de la noche comienza todo, un self que pide a gritos salir, un montón de dioscidencias esperando ser vistas y un enmarañado cúmulo de inquietudes se intentan desenvolver a través de estos fragmentos, pensamientos y po...