El siguiente día, parecía que el mundo iba a venirse abajo. La lluvia era torrencial, el viento soplaba tan fuerte que podía verse como las señales de tráfico se movían incluso en sus firmes cimientos.
Las hojas de los árboles volaban sin tregua de un lado a otro, danzando al son del aire y la cafetería estaba más vacía que de costumbre.
Claro. ¿Quien en su sano juicio abandonaría el calor de su hogar para cruzar las calles empapadas con tal de tomarse un café de máquina?
Jimin recordó al hombre callado de las muletas y abultó los labios. Seguramente hoy no vendría. No veía de que forma podía ese hombre sujetar el paraguas y andar con las muletas sin perder un ojo en aquel vendaval.
La campanilla de la puerta sonó.
El compañero de Jimin dejó el móvil en el mostrador e hizo amago de salir a atender pero Jimin, sonriente, le dijo que se encargaba él. Esperó pacientemente a que el hombre se quitase el abrigo empapado y apoyase las muletas antes de dirigirse hacia su mesa de siempre.
—Bienvenido.—saludo, la alegría asomando en su voz.—¿Qué va a ser?
Jungkook le dedicó una mirada exasperada. ¿No que tenía buena memoria? ¿Por qué mierda preguntaba?
—Café solo con hielo.
El gesto de Jimin cayó. Lanzó un preocupado vistazo a la calle y después al hombre goteante que tenía en frente.
—Hace mucho frío fuera. ¿No lo prefiere caliente?
Jungkook le lanzó una mirada irritada por debajo de su flequillo húmedo.
—No.
Jimin sintió un escalofrío. Ese hombre siempre le hablaba muy seco, ¿Sería él así o era solo con él? ¿Había hecho algo mal?
—Por supuesto, perdón. ¿Quiere que le traiga un trapo?—Jungkook le miró queriendo expresar un "¿Para que cojones voy a querer un trapo?"—Por... Porque está empapado, quiero decir. Por si quiere, no sé, secarse un poco. Podría resfriarse.
Jungkook le miró con cara de pocos amigos.
—Oye niño, ¿Tengo pinta de necesitar una madre?
—Eh... ¿No?
—Pues entonces métete en tus asuntos y déjame. Yo me ocupo de mi mismo.
Escarmentado, Jimin asintió rápidamente y se marchó corriendo a preparar el café.
Jungkook se frotó los ojos, más irritado a cada momento. Estaba empapado, tenía un frío de cojones y para colmo el paraguas se le había volado nada más salir de su casa, obligándole a hacer el trayecto únicamente protegido por el cuello de su abrigo.
Vale que vivía en la misma calle pero el tiempo estaba loco.
Lo último que necesitaba era a un crío metiche diciéndole que el café con hielo era malo para su garganta.
Aunque mentiría si dijese que solo se trataba de eso. Desde que llevaba las putas muletas la gente no hacía más que apartarse de su camino y mirarle con lástima. Como si fuese un cachorro apaleado que no sabe cuidar de sí mismo. Como si no fuese una perfecta máquina de matar.
Incluso con muletas estaba en mejores condiciones para defenderse a sí mismo que cualquier idiota con las dos piernas sanas. La gente era estúpida.
Cuando el café fue depositado frente a él, no oyó palabra alguna. Aunque si detectó un temblor en la mano que le servía que ciertamente, nunca había estado ahí. Puede que hubiese intimidado al chiquillo.
Mejor.
Así dejaría de meterse en cosas que no le concernían. Le tendió el billete con brusquedad y él lo acepto en silencio, corriendo de nuevo para entregarle sus cambios.
—Disfrute del café.
Apresuradamente, se marchó de vuelta al mostrador. Jungkook miró a los tres clientes en aquella cafetería aparte de él y después, el platillo de la cuenta.
Ahí estaba, la irremplazable galleta. Aunque hoy era un pequeño bizcocho embasado en plástico transparente. Jurando entre dientes, Jungkook bebió del café. Ni siquiera hizo el amago de esperar a ver si el tiempo escampaba como el otro día.
Era una estupidez.
Eso solo pasaría si se quedaba hasta la hora de la cena y puede que ni por esas. Así que sin darle demasiadas vueltas, se calzó el abrigo mojado, cogió las muletas y con los zapatos chirriando, se dirigió a la puerta. Captó el movimiento a su espalda cuando estaba a dos metros de ella. Unas manos pequeñas de dedos gorditos le abrieron cuidadosamente.
Jungkook miró al chico de pelo negro a un lado de él, sujetándole la puerta con la mirada firmemente clavada en el suelo y las mejillas encendidas.
Bufó, su irritación en niveles cada vez más altos. ¿El mocoso pensaba que era tan inútil que no sabía abrirse la puta puerta? Salió por ella sin decir nada.
—Que pase un buen día.
Se despidió Jimin a sus espaldas, con su voz dulce cargada de sinceridad a pesar de todo.
El hombre de muletas no contestó. Lo vio caminar hasta bien avanzada la calle, entre toda aquella lluvia sin más protección que su abrigo. Cuando lo vio entrar en un portal de esa misma calle, después de maniobrar con las muletas y las llaves, cerró la puerta de la cafetería y entro de nuevo.
El portal número 23, anotó mentalmente.
Era una tontería, pero le gustaba saber que ese hombre vivía cerca. Se dirigió a la mesa, recogió la taza y miró el platillo de la cuenta con el bizcochito sin abrir.
Suspiró y se lo guardo en el bolsillo.
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Cuando caigan las estrellas✨Kookmin✨ PAUSADA
Fanfiction❝Nadie ha cuidado nunca de Jimin. Nadie salvo las estrellas... Y Jungkook❞ Jungkook, ex militar y policía, ve algo raro en Jimin, un chico que trabaja en una cafetería de su misma calle. Golpes mal tapados y comportamientos extraños, le llevan a inv...