INITIVM

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Sus ojos estaban clavados en mi. Sin dudarlo ni un momento, di otro paso atrás. Noté el vacío en mi talón. ¿Por qué tenía que ser él? No aceptaría empezar de nuevo esa historia. No después de lo que él me había hecho.
La luna llena volvió a brillar. El juego de sombras daba a la situación un aura antigua, irreparable, irreversible. Llevaba tiempo sabiendo que no había otra solución.
Escuché como sus pisadas se tornaban más sonoras y, en ese preciso instante, lo miré fijamente a los ojos, y mientras él se iba acercando a mi, me precipité al vacío de la noche que estaba detrás de mí.
Noté un golpe seco. Mis ojos se entreabrieron y vi, a lo alto del edificio, sus ojos brillar con más intensidad que nunca.
Jódete. Notaba como el pavimento del suelo se tornaba húmedo. Empezó a llover. Mi cuerpo, inmóvil, seguía ahí. Notaba la aspereza del asfalto en mi espalda; el olor férreo de mi sangre emanando del golpe en mi cabeza.
Un relámpago cruzó el cielo. La lluvia se volvió más intensa, más fuerte. En ese momento, noté como mi cuerpo se elevaba y como ese olor tan particular regresaba a mis sentidos. Lo último que recuerdo es pensar: no, otra vez no.

Fuimos eternosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora