Capitulum VIII

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Cinco meses después.

⚜️HELENA⚜️

Me despierto alterada. Miro el reloj: las 10.30. He vuelto a tener pesadillas. Decido que nadie ni nada puede quitarme la ilusión del día de hoy: esta noche es la fiesta anual deApolo y Artemisa. Ya tenía ganas de ir a una fiesta, y más con todo lo ocurrido en estas últimas semanas. Decido que la mejor opción para empezar el día es escribiendo a Alex. Cojo el móvil y abro whatsapp.
"Rubio, me recoges a las 20:00? Ya sabes lo que llevarás para la fiesta?? 👀"
Envío el mensaje y, sin haber soltado el móvil, Alex responde.
"Buenos días, princesa... te recojo un poco antes. A las 19:00 en tu casa. Qué te parece el disfraz? 😈"
Acabo de leer el mensaje y recibo una foto. Abro la foto y de un salto se me cae el móvil de las manos porque mi madre entra sin avisar.
- ¡Mamááá! - chillo muerta de la verguenza y buscando el móvil como una desesperada - llama antes de entrar. Jolines, macho...
- Ni macho ni macha... Estás en mi casa, ¿no? - dice mi madre en todo de burla - pues mientras vivas en mi casa, a mi me hablas bien y entro donde me de la gana, ¿estamos?
- Sí. Perdón.
Mi madre recoge la cesta de la ropa sucia y se marcha. Mi móvil vuelve a vibrar.
"Qué te parece?"
Abro la foto y noto como la temperatura de mi cuerpo se eleva al punto de poder crear fuego. La foto. Alex está en frente de un espejo sin dejar absolutamente nada, NA-DA, a la imaginación. Alex ha decidido que para la fiesta de disfraces de los gemelos llevará un disfraz de Eros: puedo adivinar perfectamente toda su anatomía, cada músculo compactado en su cuerpo, cada centímetro de piel reconocida.
"Jolines, macho... habíamos quedado que iríamos de Paris y Helena. ¿Siempre tienes que ir a tu bola? 😞 Como te presentes así a las 19.00, te meto en mi casa y te obligo a cambiarte. Paso de tener a las harpias esas de clase rondándote toda la fiesta."
Le envío el mensaje, aunque espero que se presente vestido de Eros... así tengo excusa para subirlo a mi habitación y demostrarle que el amor no lo puede todo, pero yo sí. Sólo de imaginarme lo que haríamos me pongo roja.
- Helena - dice Cassandra entrando sin llamar - ¿puedes recogerme una cosa en casa de Guille? La necesito urgentemente y yo tengo que ir a entrenar. Llego para las 20.00.
- Claro! Pero hoy...
- ¡¡¡¡Gracias!!!!
No sé ni si me ha escuchado. Ha cerrado la puerta y se ha largado al grito de agradecimiento.
El día pasa, y Alex sigue sin responder a mi mensaje. Tampoco lo ha leído. Mientras pienso en mis cosas y voy preparando el disfraz, me llama Artemisa.
- Tíaaaaa! - dice Artemisa chillando de tal manera que casi me deja privada de oído - ¿Sabes quién va a venir a la fiesta?
- No... si no me lo dices, claro que no lo sé...
- El repetidor...
En ese momento me veo obligada a insistir en lo que pienso sobre este chaval.
- Tía... este chaval no está bien de la cabeza... ¿sabes lo que le hizo a la profe de lengua?
- Me da igual... ya sabes que el chaval me renta - dice con alegría - y lo mejor es que va a venir a la fiesta. ¿Lo mejor de todo? No para de enviarme mensajes con posibles disfraces...
- Ah, qué bien - digo con cierta rabia - tengo que dejarte, mi madre me está llamando. Nos vemos esta noche. Adiós.
Termino la llamada antes de empezar a reprocharle a Artemisa todo lo que ha hecho: en realidad no ha hecho nada, pero me da mucha rabia la emoción que tiene ella y la ilusión que le pone a ese chaval. Ojalá fuera como él. Alex no me ha respondido todavía y no creo que lo haga. Me desahogo con la almohada: empiezo a pegarle pensando en Alex. Entre la frustración y el llanto me quedo medio dormida.
Un grito de mi madre me despierta y casi se me sale el corazón por la boca.
- ¡Quieres bajar a comer de una vez!
- Voooooy - digo mientras me arreglo el pelo y reviso el móvil. A mi sorpresa, veo que Alex ha subido una story con su hermana, la sin cuello, en algún lugar de la ciudad. Tiro el móvil encima de la cama y bajo a comer.

Son las 18.00. Tengo que arreglarme para ir a la fiesta. Me meto en la ducha. Joder, qué gusto el agua caliente. Oigo como la puerta de mi habitación se abre y se cierra.
- ¿Mamá? ¿Casandra?
Silencio. Imagino que será cosa de mi imaginación. De repente, veo como alguien entra en el baño y mi reacción es de coger el telefonillo de la ducha y tirar agua por encima de la mampara con los ojos cerrados.
- ¡Joder, Helena! ¿Así es como me recibes?
Abro los ojos y veo la silueta de Alex a través de la mampara de cristal.
- ¿Alex?
- Joder, ahora tendrás que hacerme hueco. A la mierda el maquillaje y todo.
- Eh... ¿en serio? ¿Eres gilipollas? - pregunto dándome cuenta que él está abriendo la mampara y yo estoy desnuda. Me tapo un poco avergonzada.
- Helena, ¿por qué te tapas? No veré nada que no haya visto ya - dice con una sonrisa juguetona - además ya sabes lo mucho que me alegra verte...
En ese momento, descubro esa mirada oscura, antigua, animal; es como si Alex tuviera dos facetas: la de niño bueno, con mucha luz; y otra llena de sombras y oscuridad que sacan su lado más animal. Ahora mismo, Alex es un claroscuro.
- Pasa - le digo mientras tiro de él - y vamos a darnos prisa que a las 20.30 tenemos que estar en casa de los gemelos.
Alex entra a la ducha, y poco a poco el agua empieza a caer sobre su cuerpo, dibujando entre líneas marinas sus músculos marcados. Me agarra del pelo y me besa. Noto como todo mi cuerpo se enciende y le correspondo. Empieza a besarme el cuello y a morderme detrás de la oreja.
- Alex...
- Shhh, hay tiempo.
Nuestras bocas empiezan a buscarse y a besarse creando una danza que se ve empapada por el agua que no cesa. Alex busca todas y cada una de las partes de mi cuerpo para darme placer. Noto como su lengua serpentea mi cuerpo como las gotas de agua que van cayendo. En ese momento, lo agarro del pelo, y noto como él se excita más. En una lucha constante de placer y temor, acabamos sucumbiendo al placer.

Fuimos eternosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora