Noto como la puerta se abre y un grito me asusta. Demasiado tarde: noto como la puerta golpea alguna cosa. Sigo abriendo y me encuentro a un desconocido tapándose la cara y a la profesora de historia viniendo hacia mi.
Noto como mi cara se vuelve a poner roja. Mierda. Primer día y ya la lío... joder.
- Helena, Apolo, Artemisa... deberíais mirar bien el horario y las aulas. No nos ha dado tiempo a cambiar los carteles. Si no me equivoco, la asignatura que tenéis ahora se hace en el aula 1.3.
Mi mente no reacciona. Solo puedo mirar al pobre chaval con un moratón y una herida en la frente.
- Sísísísísísísí - responde Apolo - perdona, Ana. Las prisas...
Artemisa mira a Apolo y éste se calla de golpe. Noto como me cogen del brazo y tiran de mi para irnos. Total... llegamos tarde... sólo consigo balbucear un "adiós" a Ana.
- Apolo, te dije que miraras bien la hoja... céntrate, confírmanos que el aula de Latín II es la 1.6.
- Sísísísísísísí - confirma Apolo - Helena, ¿estás bien?
- ¿Eh? Sí. Sólo un poco... impactada.
Artemisa nos instiga a ir hacia la clase.
- Como me quede sin un buen sitio, os cuelgo a los dos del techo. ¡Vamos!
Corremos hacia el aula 1.3 y entramos.
- Saluete! - nos dice un chaval de unos 30 y pocos - ¿os habéis confundido verdad? Tranquilos, os estaba esperando - dice mientras nos sonríe.
¿Cómo? ¿Un profe de latín joven? Imposible. Por lo que tengo vivido, todo profe de latín tiene que tener nombre raro, oler a rancio, ser un amargado/a y superar los 50. Y si no se cumplen todos los requisitos... algo falla... o no es profe de latín.
- Salue, magister - dice Apolo - ego sum Apolo et Artemisa mea soror est.
Artemisa saluda al magister y va directa a una mesa a sentarse junto a Apolo. Parece que solo quedo yo. Y vuelve a pasar: me ruborizo mucho.
- Soy Helena... siento haber llegado tarde - digo sin mirarle.
Miro hacia las mesas y... ¡Sorpresa! No hay sitio libre al lado de los gemelos.
- Helena, puedes sentarte justo ahí, en la mesa vacía detrás de Eva y Marco - dice el magister señalando una mesa doble - en breves conocerás a tu compañero.
- Perdón, pero ¿te importa si voy al baño? Es... urgente.
- Claro, ningún problema. Pero empiezo ya con la presentación de la asignatura, ¿vale? Tendréis la presentación en el moodle.
Dejo las cosas rápidamente y me dirijo al baño. Entro rápidamente y me echo agua en la cara. Escucho como alguien tira de la cadena y sale un chico que para nada es mi prototipo, pero... oye, ¿a quién no le gusta un dulce?
- Ehm... - balbuceo - esto... estás...
El chico se dirige hacia mi. Puedo oler su colonia: toque cítrico, amaderada... un olor duro pero muy sensual.
- ¿Sí? - dice el chico mientras más se acerca.
- Yo... esto... te has confundido de baño... - respondo mientras me giro a señalar el cartel de la puerta que indica que el error es mío.
Mi cara se vuelve roja otra vez. El chaval me mira fijamente, esos ojos... y de repente, sonríe.
- Eres Helena, ¿verdad? puede que no te acuerdes de mi... pero estuvimos juntos en clase hace unos años...
Mi mente viaja años atrás y empieza a observar todas las orlas que descubre en el pasillo del recuerdo.
- ¿Nico?
- ¡Sí!
- ¡Cuánto tiempo! ¿Cómo te fue por Italia? Tenemos que quedar y me lo cuentas todo.
- ¿Qué te parece si nos saltamos alguna clase y vamos a la cafetería? Puedo hablar con mi madre y nos lo soluciona... ya sabes... ventajas de ser el hijo de la directora.
En ese momento, Apolo entra en el baño y me mira. Levanta la mano tímidamente a Nico y se va.
- Debería volver a... te veo por los pasillos, ¿sí?
Sin dejar que responda, me doy media vuelta y vuelvo a clase. La primera hora pasa muy lenta; como tenga que esperar al patio para contarles a los gemelos el encuentro con Nico, me muero. Literal.
La explicación del magister se ve interrumpida por unos golpes en la puerta. La cara del magister cambia el rictus y sonríe. La puerta se abre y aparecen dos figuras por la puerta: la chica es bajita, con el cabello negro y liso; sus ojos semejan a una noche sin luna, negros, brillantes; sus facciones son muy femeninas pero denotan mucha dureza. A su lado, la cara opuesta de la moneda: el chico es alto y rubio; sus facciones son muy masculinas, con una mandíbula bastante marcada y una sonrisa perfecta con unos ojos azules parecidos al agua marina de playas turquesas en pleno día de verano. Su físico no es exagerado, aunque se nota que se cuida: la camiseta azul klein que lleva le marca los biceps, y deja entrever los abdominales bien marcados. Poco queda a la imaginación...
Joder, Helena, céntrate.
Miro hacia Artemisa y la encuentro mirándome con una mirada judicial. Me vibra el iWatch:
"se te está notando... y él no deja de mirarte. 🫢 Lo sé, y aunque no me guste... está bueno 🥵"
Artemisa me sonríe y me guiña un ojo.
- Soy Selena - dice la chica muy agresivamente y clavándome su mirada - y éste es mi hermano Aleksandros.
Aleksandros levanta la mano y nos saluda a todos. Apolo devuelve el saludo e intenta indicar un posible sitio a su lado. En ese preciso instante, en mi mente aparecen todas las maneras que conozco para torturar a alguien. Mi cuerpo va subiendo de temperatura, y Aleksandros tiene gran parte de culpa. Si tengo que pasarme el curso con Aleksandros y la joyita de su hermana, más vale que empiece por ella, porque un bloque de hielo tiene más vida que la sin-cuello ésta.
- Aleksandros - dice magister - vas a sentarte ahí, al lado de Helena. Y tú, Selena, al lado de...
Por favor. Por favor. Por favor.
En ese momento, entra Ana sin llamar a la puerta (ventajas de ser la directora).
- Selena, a mi despacho. Tenemos que hablar de algo urgente.
Selena mira a Ana y se va detrás de ella. Recibo otro mensaje, pero esta vez de Casandra:
"🔥🔥🔥. Mira pa' fuera"
Miro hacia la puerta y Casandra está de pie mirándome y riéndose de la situación de verme al lado de Aleksandros y yo con la cara a punto de estallar.
Suena el timbre y el magister nos recuerda que después de este primer patio vuelve, pero con Griego II.
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Fuimos eternos
FantasyCuando Alex llega a la vida de Helena, sus vidas dan un cambio radical. Alex, el chico nuevo de clase, esconde una verdad que sólo muy pocos saben. La realidad de Helena tambalea al descubrir que aquellos en quien ella confía saben más de lo que apa...