O tempora, o mores I

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La oscuridad me envuelve. Me siento aislada. Estoy en un vacío oscuro. A lo lejos se distingue lo que podría ser una antorcha, y cojo aire y corro y no llego y se apaga el único punto de luz que había.
Helena...
Una voz empieza a invadir el espacio vacuo en el que estoy. Mi nombre retumba en ecos.
Helena...
De repente, la llama... seguida de una explosión. Noto como cada terminación nerviosa de mi cuerpo se quema. Intento chillar, pero no escucho absolutamente nada. Quema. Duele.
Nada. Absolutamente nada.
Abro los ojos y me veo ahí, sentada frente a un espejo. Es una sensación muy rara, pues soy el reflejo de esa Helena sentada ahí, peinándose. Se abre la puerta de la habitación iluminada con velas, y aparece Iker. Me da un vuelco el corazón. Me giro, agitada, para ver si realmente está detrás de mi, pero nada... solo oscuridad.
Helena se levanta y lo besa apasionadamente mientras lo va desnudando: la Helena que estoy viendo es mucho más salvaje, más primaria, menos yo. Iker cae encima de una cama y Helena se sube encima de él. Lo agarra de las manos dejándolo inmóvil y empieza a lamerlo salvajemente mientras él jadea. No quiero mirar y me tapo los ojos.
Helena...
En ese momento, miro para ver quién me está llamando y la escena es muy perversa, tan perversa que chillo, intentando huir. La Helena del espejo viene hacia mi, con una mirada hambrienta, salvaje, casi inhumana, y sin más coge el candelabro que ilumina la estancia y golpea el espejo, rompiendo esa realidad en mil pedazos. Noto como cada uno de los cristales se clavan en mi cuerpo haciendo que la sangre brote de esas heridas recién abiertas.
Helena...
De nuevo, estoy otra vez en la misma habitación pero ahora la Helena del espejo está empapada en sudor con una niña entre los brazos. Iker entra en la habitación y coge a la niña llevándosela de mi vista.
Helena...
La Helena del espejo está sentada junto a Iker en una mesa. Una mujer mayor se lleva a la niña, que parece que está dormida. Una puerta se abre a las espaldas de Helena e Iker y ahí está Alex. Mucho más guapo, el pelo rubio, sus ojos azules que se dejan entrever entre los mechones de cabellos que le caen encima de la cara. Iker y Alex se abrazan y se sientan juntos, uno al lado del otro. Helena los observa. Alex va hablando con Iker y los dos ríen, Helena no los acompaña. Sale de ese comedor molesta.
Helena...
En una habitación iluminada únicamente por una vela, Alex se está desnudando. Joder. Joder. Joder. Puedo ver como se va quitando todas y cada una de las prendas que lleva. No quiero mirar, pero un chisme me gusta más que... nada, nada me gusta más que la escena que tengo delante. Alex en todo su esplendor: sigue con el pelo delante de los ojos, que ahora son mucho más azules, su torso desnudo deja poco a la imaginación, un pectoral fuerte, marcado, y unos abdominales perfectamente marcados. Su cuerpo desnudo, frente al espejo, emana virilidad. Noto mi cara ardiendo. Está frente al espejo, se mira y como si adivinara mi presencia detrás de ese cristal, empieza a llamarme mientras su mano recorre su boca, su cuello, sus pectorales, sus abdominales, llegando a su miembro el cual empieza a tocar mirando al espejo pronunciando el nombre de Helena. Empieza a jadear y su cuerpo empieza a brillar por el sudor; cada músculo de su cuerpo está en tensión dibujando una anatomía perfecta. Me estoy poniendo muy roja, hasta el punto de notar mis mejillas ardiendo.
En ese momento, la llama se va apagando. Joder. Ahora no. Dejo de estar en el espejo, aunque sigo escuchando como Alex jadea y pronuncia mi nombre. Vuelvo a la oscuridad. Y aquí sigo, atrapada sin Alex y sin nadie.

Fuimos eternosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora