Una noche a la semana los internos del Dark Asylum se reúnen para contar historias y exorcizar sus miedos. El encargado de estas veladas es un antiguo psicópata y ex-asesino a quien apodan 'Dr. Tequila'.
¡Qué noche!... ¡Estuve a un paso de perder la razón!
Caminando en un laberinto sin salida, donde cada esquina del camino me ahogaba con sus tentáculos oscuros, siempre lejos de mi meta. Era algo más que aquel horroroso laberinto que me atormentó en mis peores momentos. Una presencia salvaje y maligna me acechaba y amenazaba con apoderarse de todo lo que me rodeaba. Sólo la fuerza de voluntad y la fuerza vital me mantuvieron consciente.
Con los nervios a flor de piel y la mente ardiendo, vi un pálido rayo de esperanza que poco a poco brilló con más intensidad, creciendo en un resplandor cegador que apareció tras las sombras que me rodeaban. Por fin había llegado a la meta de mi difícil búsqueda; fatigado de tanto agobio por el terror, había llegado la luz en el final del túnel de mi paranoia.
Vi una enorme puerta blanca que se elevaba frente a mis ojos. Tocando el pomo con sutileza, empujé hacia adentro y recibí un olor penetrante a tierra quemada. De pronto, me encontré en una habitación grande y vacía, con una mesa en el centro cubierta con una manta blanca, y sobre ella descansaba una caja de madera cerrada con una cadena, y sobre ella había una nota: "Abre la caja". Sabiendo que aquello era una trampa, me acerqué de todas formas. Lentamente, extendí la mano y toqué la cadena, en ese mismo instante la caja se abrió de golpe y una criatura monstruosa saltó hacia mí atrapándome en sus garras. Intenté escapar si éxito, la criatura me arrastraba hacia la oscuridad. La cadena estaba envuelta en mis manos y la usé como arma de defensa, envolviéndola alrededor de su cuello. La criatura se debatió, pero yo no me rendiría. La lucha fue brutal y sangrienta, hasta que logré dominarla.
Cuando la criatura se derrumbó ante mí, vi que era un espejo. Me di cuenta que había estado luchando contra mí mismo todo el tiempo, y el espejo me mostraba mi oscuro reflejo. Lloré de rabia y dolor, pero también de alivio. Había logrado superar mi oscuridad, y por fin estaba libre.
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Y cada minúsculo fragmento de azogue desportillado reflejaba un pedazo de mi alma secreta. La real, la verdadera. Mil bocas, con mil lenguas, susurraban a la vez: "Serás nuestro, serás nuestro".
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Esta última frase es de Cromato: @cromatoZgz.
Gracias por el aporte.
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Finalmente, llegué a la salida del laberinto y salí a un campo lleno de flores y luz. El sol brillaba en el cielo y una brisa suave me acariciaba la cara. Me di cuenta de que había llegado a un lugar de paz y serenidad, donde todo lo malo había quedado atrás.
Con una sonrisa en el rostro, caminé hacia el horizonte, listo para enfrentar cualquier desafío que viniera mi camino, sabiendo que ya no estaría solo, sino con la fuerza y el valor que había encontrado en mi lucha contra mi oscuridad interior.