Secundina

31 2 2
                                    

Secundina pidió la palabra.

Estando frente a su público hizo sonar una campanilla para ser escuchada con atención.

Enseguida dijo:

— He escrito una poesía y la declamaré a todos ustedes:


"Primero arroz

Siguen frijoles

Después calcetines

Y, para terminar,

una buena jícara de café" —.


Cuando el prolongado silencio se hizo incómodo la Dra. Pulque aplaudió. Los demás fueron sumando aplausos mientras la poetisa hacía una reverencia.

Luego prosiguió:

—En mi ser interior existen fantasmas que esperan encontrar salida, uno de ellos ha comenzado a rebelarse, me ataca durante el sueño y la vigilia, no se queda quieto, me acompaña a todas partes, quiere dominarme, quiere salir, pero no sabe cómo.

Ayer, o antier o... ¿mañana? ¡No lo recuerdo bien! Vimos a una persona meditando a medio trecho de un puente peatonal. El monstruo se manifestó a través de mi rostro con la mejor sonrisa, se fue acercando hablándole con amabilidad. Cuando ella levantó la mirada, él ya estaba a su lado.

La agarró repentinamente y la lanzó por los aires, ella gritó, él siguió sonriendo a carcajada suelta al verla estrellarse contra el duro pavimento, intentó incorporarse, pero el tráfico estaba muy congestionado a esa hora pico y un camión, seguido de otros grandes vehículos, le pasaron por encima. Yo no pude hacer nada para evitarlo, sufrí mucho viendo esa horrible escena.

¡No fui yo! ¡NO FUI YO! Soy delgada y frágil, sin fuerzas para cargar a un neonato siquiera, pero lo vi a través de mis ojos.

Siento que estoy perdiendo la razón. No sé si aún sigo siendo yo misma, me siento enferma, como si estuviera poseída por un demonio.

Este fantasma es una parte de mí y me insulta con ira. Está cansado de vivir en un cuerpo que no le pertenece, está harto de fingir ser quien no es, está enojado, frustrado y enfurecido porque no puede ser libre. Yo trato de controlarlo, de contenerlo, pero es más fuerte, cada vez se manifiesta más, cada vez se hace más presente en mi vida.

No sé cuánto tiempo podré aguantar. No sé cuánto tiempo podré seguir fingiendo que todo está bien, pero ya no lo soporto, estoy al borde del abismo, estoy a punto de caer, estoy a punto de perder la cordura.


Y, para terminar,

una buena jícara de café...

El mío con dos cubitos de tequila—.

Cuentos del AsylumDonde viven las historias. Descúbrelo ahora