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"13 letras"
El trabajo realmente ya no le llamaba la atención como lo hacía antes, con el simple hecho de pensar que se habían llevado a Wang Yibo, sin la oportunidad de despedirse de él lo llenaba de coraje.
Aún así se había esforzado con cada uno de sus pacientes, hasta que uno por uno fue saliendo de ya hospital, oh iban subiendo para poder salir pronto.
Todos esos momentos que había pasado con el pequeño Wang, llenos de alegrías un poco de tristeza y un poco de curiosidad por saber más de el, le habían llegado a la mente tan de repente.
—¿Sabes dónde vive Wang Yibo? — pregunto mirando a Lu.
—¿Wang Yibo? — lo miro de manera fugaz, busco en sus papeles del chico— aquí viene una dirección que anotaron... No sé si sea esa, ¿Porque?
—Olvido su libro favorito— gran excusa.
Tomo e papel entre sus manos, anoto la dirección y espero a salir de trabajo a una hora e ir a buscar a su ex paciente.
Llegó hasta una casa con una visión un poco fría, opaca, no era necesario explicar exactamente cómo era, si vivía ahí ese chico, todo estaría bien.
Se acercó a pasos lentos y tocó varias veces la puerta, tenía en sus manos un libro, el libro típico que tenían todos en sus burós, los libros que le había regalado el, se los había llevado, ya que no encontró nada Zhan.
Una señora mayor salió de la casa, mirando extrañada al chico.
—Buenas tardes, ¿Aquí vive Wang Yibo? — hablo de manera amable, no sabía que estaba haciendo, ¿Porque había ido a buscarlo?
—¿Wang Yibo?, No— termino de manera seca la mujer.
—Oh, ya veo, gracias perdón— hizo una leve inclinación y se dió vuelta cuando la puerta se cerró en su cara.
Camino hasta la estación de autobuses, tomo una línea que le quedaba cerca de su departamento, mirar por la ventana era algo que realmente le fascinaba, aunque parecía muy común... Pero era algo demasiado lindo para ver y más si era de noche.
Una tierna, un poco diminuta silueta paso a un lado del autobús, llamando así la atención de Zhan, siguió la silueta lo segundo hasta que e apresuró a bajar de autobús y perseguir la silueta, llegó hasta el dueño.
—¿Wang Yibo? — hablo un poco agitado.
La persona duela de la silueta de giró, dejando ver su rostro.
—¿Quien es usted? — hablo el nombre.
—Oh... Disculpe, lo confundí— hizo una leve inclinación mirando como de iba el señor.
No, no podía ser cierto, había llegado a un punto dónde necesitaba ver al chico, sin ya unas pastillas tranquilizadoras no le harían mal por un largo tiempo, al menos hasta que se olvidara del chico.
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