CAPITULO FINAL

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Las salidas con tus amigas es lo mejor del mundo, hablas con todas, compartes ideas y si ya están borrachas dejan 1020$ de propina.

—Estas dejando de mas—veo la cuenta.

—No, bueno la propina, ah ya, como sea vámonos—Dice Paola pasada de copas.

Toma mi mano por un instante y me arrastra por el antro.

—Yo no pensaba venir aquí, ya es tarde, vámonos. —hablo con molestia a Paola.

—Era para que olvidarás los caminos malos de la vida.

—Si pero a mí esto, no me gusta ¿Nos podemos ir?—descanso mi espalda en el macho de la puerta de entrada.

Me duele la cabeza y eso es algo que no soporto, el dolor de cabeza es lo que peor siento.

—¿Ya nos vamos?—Pregunta la pelinegra, Alejandra, amiga de Mariana.

—Si háblale a Cami y a JJ nosotros nos iremos adelantando al auto.

El camino está siendo silencioso, mis piernas tiemblan un poco y me mareo.

—¿Te sientes bien?—pregunta mi mejor amiga.

—Si y como soy la más consiente, me llevaré el auto, algo le echaron a mi bebida.

—Todo el tiempo la estuviste tapando no hubo oportunidad.—dice recargandose en el auto.

—¿Y por qué me siento así?

—Estas cansada.

Subimos al auto y esperamos a los demás, comienzo a manejar extremadamente lento, desde que tengo 14 mi padre dijo que era importante que yo supiera manejar el auto por qué uno nunca sabía, manejo lento, por qué no me siento bien del todo, tomo el camino más rápido, todas somos vecinas así que no me preocupo por dejar a alguien en un destino diferente.

Y recuerdo a Jason, JJ no vive por mi casa, una parte de mi cerebro no reacciona y sigo mi camino.

Llegamos a casa y todas deciden dormir en mi casa ya que mis papás son los que menos las matarán.

—¿Y Jason?—pregunta Camí.

—Dormira aquí abajo en el sillón—Digo viéndolo a los ojos.

Subo y bajo conmigo una almohada y una sábana para taparlo, lo instalo y subimos a mi habitación, cada una se acomoda para dormir, me pongo mi pijama, recojo mi cabello, y me acuesto a dormir...

Despierto.

El ruido del timbre de la casa me despierta, veo a mi alrededor.

No hay nadie.

Pero sigue siendo de noche.

¿Y las niñas?

Bajo las escaleras, veo mi sala.

¿Y Jason?

Veo una sombra en la ventana de vidrio de la puerta, y vuelven a timbrar.
Mi cuerpo se mueve a la puerta y abro.

Ojos cafés obscuros.

Cafés obscuros.

Dylan.

Cachucha y una camisa, la reconozco es la misma del día que lo ví en el restaurante con sus 3 amigos.

—¿Dylan que haces aquí?

—¿Estas ocupada?—pregunta con su noble sonrisa.

—Es tardísimo.

—Son las 6, relájate ya casi amanece, quiero llevarte a un lugar.

Mi cuerpo se mueve hacia el y me doy cuenta de que e cerrado la puerta, lo sigo.

24 De Febrero (Alessandra Hernández)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora