CAPITULO 3

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—¿A dónde vamos?—mi pregunta no le sorprende, pero siempre me a tenido mucha calma

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—¿A dónde vamos?—mi pregunta no le sorprende, pero siempre me a tenido mucha calma.

—A un lugar secreto.—mi escuela es de tres pisos, en el piso de abajo nadie va, solo hay dos salones y unos baños viejos que nadie entra. En el segundo piso es una grande cancha de fútbol con jardineras y blanquitas para poder comer, y en el tercer piso es la entrada de la escuela, con un edificio grande y varios salones, la escuela esta fundada hace pocos años, no es muy conocida, y hay pocos niños, maximo veinticinco niños por salón.

Cómo en cada escuela de mi pueblo, hay una leyenda, acá a todos nos asustaron con que los baños del último piso estában embrujados, y casi nadie va para allá por miedo a cualquier cosa.

Me doy cuenta que el va para el primer piso, pero estando con el no siento miedo, solo confianza.

—¿Hay lugares secretos aquí en la escuela?

—Hay uno que te quiero mostrar.

Bajamos las escaleras, y nos recibe un grande arbol por la parte izquierda, a la derecha dos salones grandes y en el fondo los baños.

—Ven por aquí.

—¿Irás a los baños?—pregunto por qué veo que va para allá.

—Atrás de los baños.

—¿Que hay?

—Ven para que lo descubras.

Me acerco lentamente, y veo un pequeño pasillo a lado de los baños.

—No voy a entrar ahí, me da miedo.—me toma de la mano y lo observó, me da una sonrisa cálida y solo con eso me da seguridad.

—Todo estará bien.

Y eso es todo para convencerme, y nos adentramos al pequeño pasillito, en la parte de atrás de los baños está solo, con dos pequeñas sillitas.

—¿Cómo descubriste aquí?

—Soy bueno descubriendo cosas—hace una pequeña pausa—Este será nuestro lugar seguro.

....

—Ailana, Ailana—susurra mi mejor amiga por qué la maestra está explicando algo de cultura.

—¿Que sucede?

—¿Es el?—habla mi mejor amiga, mostrándome una foto de un chico con los ojos azules.

—Te dije que tiene los ojos cafés, mensa.

—Le pueden cambiar con el tiempo.

—No seas idiota y pon atención.

Las horas pasan, la hora de la salida llega y yo solo intento regresar a casa.
La curiosidad llega a mi, tomo mi teléfono y abro facebook, el botón de “buscar” llama mi atención, pero no me atrevo a escribir su nombre.

24 De Febrero (Alessandra Hernández)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora