Remus tenía que ayudar a su madre, es lo que hace un buen hijo...
Laoise no era mucha cosa, se creía mucha cosa...
¿Qué importaba un poco de tiempo con una niña mimada a cambio de la salud de su madre?
Lástima Rems... No se juega con la emperatriz M...
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❝La emperatriz de Slytherin❞
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Laoise Malfoy sonrió, tomó la mano que Amycus le ofrecía para ayudarla a bajar del carruaje, Alecto salió detrás de ella y tomó la mano que su hermano la ofrecía también.
-Que lindo es volver- Declaró la menor de los Carrow.
-No le veo lo lindo- Contestó Laoise tomando el brazo derecho de Amycus para caminar- Tener que usar el uniforme, levantarme temprano, no tener mi vino de la tarde, para entre más pronto llegue la graduación, mejor-
Alecto sonrió ante lo dicho por su amiga, claro que a Laoise no le gustaba estar lejos de la mansión Malfoy, ahí era mimada por cada elfo doméstico, su hermano le daba todo lo que le pedía, su padre le compraba un regalo cada día, sin mencionar las tardes bebiendo una copa de vino junto a su cuñada Narcissa.
Para muchos la vida Laoise Malfoy era perfecta, lo tenía todo, pero ahí estaban Amycus y Alecto, los únicos que sabían la verdad acerca de la heredera Malfoy.
Ciertamente esa máscara de niña mimada es parte de la personalidad de Laoise, pero había mucho más que se limitaba a mostrar cuando estaba con sus amigos en la intimidad de sus casas.
Laoise avanzó junto a los Carrow, los tres en perfecta sincronía y con la mirada en alto, algunos vieron a la rubia entre los dos castaños y ella sonrió orgullosa.
-¿Tenías que seguir usando ese collar?- Preguntó divertido Amycus.
-Soy un diamante querido, brillar es lo hago mejor-
Al entrar en el Gran Comedor los tres tomaron asiento en la mesa de Slytherin, rápidamente la rubia Malfoy recorrió la mesa verde y plata en busca de algo o mejor dicho, alguien.
-Perseus está por allá- Murmuró Alecto en su oído.
Laoise buscó hasta dar con el azabache, Perseus Parkinson, quien ella había decidido sería su esposo en algún momento.
Tenía el modelo que su padre le exigía, rico, guapo, sangre pura, de buena familia, medio amable. Tenía que lograr lo que le pedía su padre y Perseus era lo más cercano.
-Podrías simplemente decirle a tú padre que no quieres casarte- Recordó Amycus.
-¿No conoces a mi padre?- Soltó Laoise- Su única hija, quién es llamada el diamante de la sociedad sangre pura ¿Sin casarse? Sería su mayor decepción-
