Introducción

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He aquí la introducción:

Úrsula, una niña de tan solo 10 años se encontraba felizmente en el colegio; cuando de repente avistó algo entre los matorrales de un árbol.

Eran unos prismáticos; con ellos podía ver lo que con los ojos no se puede apreciar; vio a uno de sus compañeros con los prismáticos y lo vio triste, cuando en realidad estaba normal.

Tras ella apareció un espíritu; miedo, cuando se giró pegó un brinco del susto.

- ¿Por qué te asustas?

- ¡Un fantasma, un fantasma!

- Oye, no grites tanto, eso puede empeorar las cosas.

No tenía miedo a fantasmas, pero sí a la muerte.

- ¿Quién eres? -dijo titubeando-

- Yo soy miedo, uno de los 6 espíritus...

- ¿Y los demás? -dijo con sorpresa-

- El resto... ¡están malditos! Al igual que yo...Solo podremos volver a la vida si transmitimos nuestros conocimientos...-dijo cabizbajo y entristecido...-

La niña sintió compasión por el espíritu...Pobrecito, ¡Qué injusto! Como siempre le habían dicho que es la vida.

- Vaya, lo siento, me he asustado, pero eras bueno.

¡Todos somos buenos, lo que pasa es que nadie nos permite entrar en las aulas...! ¡Si solo ellos supieran!

- ¿Supieran el qué? -preguntó la niña inclinándose hacia miedo-

Si solo supiesen lo importante que es en la vida saber quiénes somos y para qué servimos. Todos los niños aprenderían cosas realmente útiles, y el mundo cambiará; ¡Y yo volveré a ser quien era antes!, un pobre carpintero que tenía miedo a estudiar. Me negué toda la vida...

¿Y sabes qué?, solo tendremos que volver a nuestras vidas

- Seguro que puedes conseguir otra vida, pero ¿Cómo puedo ayudar?

Es simple-dijo el espíritu- los espíritus podemos volver a la vida, pero solo unas horas...sin la maldición, podríamos desarrollar nuestras ideas.

Si quieres ser un espíritu, aprender, y ayudarnos a despertar a un mundo nuevo, tendrás que ir a la tierra de los espíritus; mira ese arbusto, cómetelo, tiene una toxina letal que te convertirá en uno.

- Pero...! ¡Y mis amigos, mis papis, mis cosas!

Te regalaremos nuestro tiempo; nosotros no podremos existir, pero tú sí, solo deberás estar en el mundo de los espíritus por unas horas al día, será como una visita; ¡y podrás ver a tus padres, tus compis, y tus cosas!

La niña lo consideró, recapacitó y aceptó aprender del mundo de los espíritus. Ingirió el matorral y en un abrir y cerrar de ojos se veía a sí misma debilitándose hasta salir de su cuerpo.

Miedo acompañó a la niña y dijo; ahora te enseñaré, ¡lo importante que soy! Y la acompañó volando al mundo de los espíritus.

- Te quiero presentar a alguien.

La niña de los ojos de cristal (Obra en proceso) (Viejo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora