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Era el inicio del año escolar y si les soy sincero, esperaba que fuera mejor que el anterior. ¿Quién quisiera tener un mal año?

Iba caminando con todo el flow posible intentando aparentar lo más gay posible. Porque sí, estaba cansado que todos los de mi clase ya hayan tenido su amor adolescente y yo era el único fracasado en términos del amor.

Ahí iba yo con el peinado más gay posible, con mi uniforme nuevo que me había comprado mi mami y con la seguridad de que ese iba a ser mi año hasta que...

—¿¡Cómo que se cambió de escuela!? —grité tan fuerte que todos voltearon a verme.

—Eso me dijo hace un mes.

—¡Pero yo soy su mejor amigo! ¡Si le tenía que decir a alguien era a mí, no a ti! Sin ofender, Sapnap.

—Pensé que te lo había dicho.

—Bien. No importa. Que mi mejor y probablemente único amigo me haya dejado en esta escuela llena de gente retrasada no va a arruinar mi año.

—Te estoy escuchando, ¿sabes?

—Sí. Esa era mi intención.

Para las personas que no sepan mi mejor amigo y yo éramos como la uña y la mugre, la mermelada y la mantequilla, el chocolate y el maní. Maní... El maní es delicioso. ¡Pero volvamos al tema! Mi amigo y yo éramos tan cercano que incluso muchos creían que estábamos saliendo. En realidad, entre nosotros nunca hubo nada más que una bella amistad que terminó cuando me enteré que no me había dicho que se iba a cambiar de escuela. Y sí, nuestra amistad desde el jardín de infantes iba a terminar por esa razón, porque yo no iba a aceptar que me abandonaran.

Muchos dicen que la actitud hace a la persona y yo realmente no creí eso hasta que varios de mis maestros creían que era el chico nuevo, cuando claramente no era así. ¿Tan gay parecía? Eso era algo nuevo.

...

Llegó la hora del recreo, esperada por muchos, odiada por mí desde el día de hoy porque no tenía con quién sentarme.

—¿Quieres venir con nosotros? —me preguntó Sapnap señalando su grupito random de amigos.

Sapnap era esa persona que conocía a todo el mundo y todos lo conocían a él. ¿Cómo lo hacía? Ni puta idea, pero era genial y una de las razones por la que no era su amigo. ¿Quién quisiera ser amigo de alguien que debe tener muchos mejores amigos antes que tú? Definitivamente yo no.

Ahí estaba yo, tomando mi agua de lo más normal del mundo hasta que veo al chico más hiper mega ultra fucking lindo del universo. ¿¡En dónde había estado toda mi vida!?

Y la cagué justo segundos después de que me ahogara con el agua y pareciera tremendo retrasado, mientras me salía el agua de la nariz.

—¿Estás bien? —me preguntó Sapnap.

—Sí, no fue nada —dije como si no hubiera estado a punto de morir ahogado por tomar agua.

Volví a ver al frente y el chico lindo del que en cuestión de segundos había imaginado una vida junto a él donde vivíamos felices en una casa al sur de Italia tomando vinito mientras decíamos lo maravillosa que habían sido nuestra boda, ya no estaba por ninguna parte. Seguro lo había asustado. Y esa es la razón por la que nadie se enamora de mí. Bueno... casi nadie, pero eso es una historia aparte.

...

Pasé de odiar los recreos a amarlos, porque era el único momento donde veía al chico lindo de nombre desconocido.

Incluso prestaba más atención a la puerta que a la clase con la esperanza de que pasara por allí y pudiera verlo, ya que nuestros salones de clases estaban al lado. ¡Más suerte imposible!

Hubo un tiempo en el que Sapnap faltó varios días a clase. Resulta que el muy estúpido se cayó de las escaleras y se fracturó una pierna.

—¿Quién te dejó en silla de ruedas, Sapnap?

—Tu papá.

—Muy gracioso, Sapnap. Tan gracioso que podría dejarte caer por las escaleras otra vez con tu silla de ruedas incluida.

—¡Atrévete!

—Si insistes...

—¡Dream!

—Bien, no lo haré. Igual sería mucho trabajo subirte hasta el segundo piso solo para tirarte de nuevo. Además tengo que conservar mi reputación de buen niño.

Sapnap y yo nos volvimos buenos amigos y me di cuenta que era muy distinto de los ir pensaba. Tal vez conocía a casi todo el mundo, pero él también tenía sus amigos cercanos. Poco a poco me estaba convirtiendo uno de esos. Después de todo, ¿quién no querría ser mi amigo?

—¿Qué andas mirando? —me preguntó Sapnap e instantáneamente quité mi vista del chico lindo.

—Nada.

Él miró hacia esa dirección y saludó a alguien, a alguien que yo conocía solo su nombre, Karl. ¿Cómo es que lo conozco? Además del hijo de puta de mi mejor amigo que me abandonó en esta escuela tengo otro amigo llamado Fundy, pero estamos un poco distanciados por cosas del pasado, pero seguimos siendo amigos o eso creo. ¡Pero ese no es el punto ahora! El punto es que Fundy estaba en la clase de teatro que compartía también con Karl y a veces lo escuchaba hablar de él. Esa es la única razón por la que conozco a Karl.

—Sapnap, tú conoces a todo el mundo, ¿verdad?

—No diría que a todo el mundo, pero conozco a varias personas. ¿Por qué?

—¿De casualidad y solo casualidad conoces al chico que está al lado de Karl?

—¿El alto o el bajo?

—El bajito.

—No, pero sé que el alto es Wilbur. ¿Por qué?

—Es para una tarea.

—¿Teníamos tarea?

—Eeeeeeeeeh... sí... Claro. Por supuesto. La tarea era... saber los nombres de los chicos de último año.

—Creo que en el escritorio del profesor tiene la lista con todos los alumnos de último año. ¿Me ayudas? —dijo Sapnap refiriéndose a la silla de ruedas.

—¡Todo por la tarea!

Fuimos al salón de clase y Sapnap sacó una hoja del escritorio con varios nombres.

—A este lo conozco, a este también. ¿Cómo es que él pasó de año? A él no lo conozco. George Davidson, no me suena.

—Tiene un nombre lindo.

Sapnap volteó su cabeza exageradamente hacia mí.

—¿Qué? ¿No puedo decir que es lindo?

—¿Te gusta el tipo ese?

First Love [Dreamnotfound]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora