𝘊𝘢𝘳𝘢 𝘮𝘢𝘥𝘳𝘦

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Cuando las semanas pasaban el alrededor de la aldea se sentía más tenso constantemente, era una guerra interna que el joven Ayato no lograba ganar, tanta gente se alejaba no deseando saber más creyendo que el clan morir, el simplemente dejo de intentarlo para el ya no valía la pena después de todo no podía obligarlos a quedarse, si el estuviese en sus lugares aún no está seguro si haría lo mismo

“ Jamás podrás tomar el puesto de tu padre, el jamás logro nada pero es seguro que tú serás la perdición

Le debo un enorme favor a tu madre, solo por ello seguiré aquí hasta que parta de este mundo

No tienes la edad suficiente para esto, vete niño no sabes en lo que te estás metiendo

Faltas el respeto de la Shogun, servimos a ella pero tú no haces nada para la toda poderosa ”

Ayato estaba... Cansado, sus párpados pesaban y su rostro estaba cabizbajo, no podía lograr más pero cuando pensaba que las cosas no podían empeorar su querida madre comenzó a sentirse mal, ya no era un niño ahora no puede llorar ni sentir debilidad pero al ver el estado de su amada madre su cuerpo tembló como nunca hasta llegar al suelo, no podría con otra muerte ya no más, su madre le ayudaba a mantenerse y ahora por tristeza enfermo, ¿Acaso estaba maldito? Ya no podría seguir así. El aire faltaba en sus pulmones y sus labios se abrían en búsqueda de aire

– ¡Mi señor! –. Aquel grito le puso alerta sin embargo no era capaz de moverse, el dueño de la voz se acercó con rapidez abrazándole – Respire mi señor, respire lento como lo haré yo –.

Al escucharlo decir comenzó a imitar su respiración, era lento y tranquilo pero su cuerpo aun temblaba con fuerza, pero, al encontrar aquellas esmeraldas su cuerpo paro, impresionado por el brillo sus mejillas reaccionaron, estaba increíblemente cerca y lo más impresionante había funcionado y ya no estaba luchando por aire

– Mi señor todo estará bien, la señorita Ayaka está esforzándose para lograr ayudarle –. Cierto Thoma se llevaba tan bien con su hermana

– No quiero poner peso en las manos de mi hermana –. Murmuró el joven de cabellos celestes – Se supone que debía cuidarlas y madre enfermo... Soy un inútil –. Aquello sonó con voz tan cortada que dejó sin palabras al amo de llaves, impresionado por lo que dijo Thoma trataba de buscar palabras para negarse a lo dicho

– No mi señor usted no es inútil –.  Hablaba despacio – A su corta edad ya es la cabeza del clan y está haciendo todo lo posible por sacarla adelante, otros lo hubiesen abandonado –. Esas palabras hacían su corazón palpitar, ¿Así debía sentirse siempre?

– Si mi padre escuchase –. Susurro un poco al decirle de esa forma – Estaría riéndose de esas palabras –. Aquello sorprendió al amo de llaves, podía verlo en su rostro, Thoma no estuvo en sus momentos de guerra y dolor

Con ayuda de Thoma su cuerpo se levantó, mirando al rededor con cansancio deseaba descansar un poco, su cuerpo podría colapsar en cualquier momento y pareciese que su amo de llaves lo sabía cuándo lo llevo a su habitación, deseaba negarse pero en un abrir y cerrar de ojos ya estaba sobre su futón

– No pue.. –.

– Nada de eso –. Interrumpió el joven chico – Necesita descansar y eso hará, el mundo no acabará por qué tome una siesta, no a dormido en días mi señor y necesita hacerlo –. Una suave sonrisa apareció

Quería negarse pero sus párpados pesaban, su respiración se volvía lenta y tranquila por fin después de mucho tiempo Ayato cayó dormido, por fin estaba descansando, Thoma sonreía al verlo y es que a pesar de ser de la misma edad al verle dormir parecía un pequeño indefenso que deseaba cuidar con su alma y corazón, estaba en deuda con el pagaría con todo el cuidado del mundo

Claramente no estaba en lugar de hablarle así a su señor pero si no lo hacía ¿Cómo podría ayudarle? El también estaba ocupado debía cuidar a Ayaka y a su madre ante todo, limpiar la casa, hacer comidas y aún así amaba su trabajo a pesar de todo, sabía a lo que venía y debía ser difícil para Ayato ahora ver a su madre enferma, sobre todo Ayaka que aún era una niña para presenciar todo aquello, ella no sabía nada simplemente lloraba por ver cómo su madre no podía levantarse de su cama por el dolor que sentía y la tristeza

Debe ser horrible amar tanto a una persona que al perderla termines en una depresión que te matará” eso pensaba Thoma cada vez que miraba a la bella mujer frente al altar de su esposo, era triste para el mientras limpiaba sentir el pesado ambiente de ese hogar, ver una pequeña niña deseando jugar pero nadie tenía tiempo de hacerlo, el al menos aún podía acompañarla algunas veces mientras almorzaba, hablar con ella era relajante y su inocencia alegraba a cualquiera

– Thoma –. Susurro la pequeña niña tras el mientras limpiaba, a pesar de la pequeña voz el muchacho brinco – Lo siento no quería asustarte –. Dijo la niña con tímidos

Thoma nego al instante disculpándose – No se preocupe señorita, ¿Puedo hacer algo por usted? –. Dijo con tranquilidad el joven chico

– Yo umh –. Algo que pudo darse cuenta desde que llegó era la timidez de la infante, pensaba mucho las cosas antes de decirlas – Tengo hambre Thoma –. Murmuró con sus mejillas rojizas y vergüenza

Thoma soltó una suave risita al escucharla asintiendo rápidamente – ¿Algo qué le gustaría comer en general señorita? –. Hablaba con tranquilidad, la pequeña nego –. Entiendo entonces se le sorprenderá con algo delicioso –.

La sonrisa de la niña solía conmoverlo, aún se preguntaba cómo la pequeña se sentiría cuando ambos hermanos Kamisato quedarán solos, ¿La pequeña estará bien?, ¿Ayudaría a su hermano cuando tenga suficiente edad? Ella era muy joven para poner tanta preocupación en sus brazos aún si lograba notar que solía ser quien más consentían en esa casa

Kamisato Ayaka una joven inocente que fue criada con el amor más puro de todos, la atención de sus padres siempre estaba en ella, jamás tuvo peso de más encima simplemente podía disfrutar de su infancia sin problema alguno, Ayato a veces solía estar celoso en su infancia pero eso algo que Thoma no sabía sobre su señor. La pequeña solía recordarle a su infancia el también solía ser igual de inocente a esa edad hasta que su padre desapareció. Thoma se pregunta cómo fue la infancia de su señor cuando recuerda verle en el suelo hace unos minutos

– Los protegeré con mi vida –. Murmuró para si mismo mientras miraba a la joven Ayaka, perder a un ser querido era difícil el lo vivió pero nunca tuvo que tomar tanta responsabilidad a su edad, estaba preocupado

𝙋 𝙚 𝙧  𝙛 𝙚 𝙯 𝙞 𝙤 𝙣 𝙚 [Thomato]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora