𝘊𝘰𝘴𝘢 𝘴𝘰𝘯𝘰, 𝘤𝘩𝘪 𝘴𝘰𝘯𝘰?

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- Si sigues así terminarás como papá -. Fue lo último que dijo la joven de cabellos celestes antes de salir de esa oficina

Ayato no respondió, solo miraba la pila de papeles que debía firmar cuanto antes sin ninguna expresión, perdido en su trabajo quien lo diría, ¿Quién pensaría que salvó todo lo que tienen? Amaría ver el rostro de su difunto progenitor, amaría ver cómo terminó haciendo mejor trabajo que el pero a cambio de eso temía, temía por si mismo pues ya no era el mismo de antes, a hecho tantas cosas que podría fácilmente odiarse en el interior

Odiaba salir de casa y sin embargo debía hacerlo a diario, debía irse para darle a la región entera lo que quieran, debía irse y mostrarse como la persona perfecta e inteligente que aparentaba ser, el muñeco perfecto que en su momento de soledad llora hasta que no pueda más, solo era otro día más, ¿No? Nada de que preocuparse

No había nada de que preocuparse si al final estaba acostumbrado, acostumbrado a ser usado por cualquiera que necesite su ayuda con cualquier tema, acostumbrado a tener que luchar cuando quieran aprovecharse. Era inteligente eso todo mundo lo decía pero entre esas cosas siempre debía fingir una bendita inocencia que quede a la perfección con su aspecto de muñeco

Odiaba salir, odiaba a las personas, el bullicio y aún así deseaba que la gente le quisiera a su manera, no que le teman, su querida hermana a veces deseaba ser como ella no un extraño que asusta a la gente, que cambia por completo para dar respetos cuando a él no le interesan en lo más mínimo, Kamisato Ayato solo funcionaba para trabajar, para luchar en ese mundo corrupto

Pero una de las cosas que más odiaba, que deseaba correr como nunca al verlo eran las reuniones para servirle a la Shogun, aborrece esos días donde todos se sientan a su alrededor a brindar respetos, pero de eso se trataba el trabajaba para ella al final, le pertenecía a ella como todos los lame suelos que estaban a su alrededor

Tal vez cuando sea un anciano no querrá jamás salir de su hogar, encerrarse por siempre dónde nadie logré verlo ni molestarlo, tal vez de anciano deje de odiarse, logre comenzar a tenerse un poco de empatía o incluso amarse por primera vez pero si así fuese, ¿Cuánto tiempo queda para ser un anciano? No puede soportar más salir y mirar gente que no siquiera lo quiere ahí

Todo el mundo me cree un mounstro, un extraño que solo hablan por respeto a ser un líder... Algunas veces desearía ser normal

¿Qué hora era ya? La luna brillaba de la forma más hermosa posible, no había nada si quiera un ruido, todos debían estar dormidos ahora o eso pensaba cuando alguien llamo a su puerta, sabía bien quién era no por qué deseaba verlo, siempre que su hermana sale enojada de la habitación manda al amo de llaves para convencerlo de dormir, ese hombre...

- Señor Kamisato -. Cómo odia ser llamado de esa forma, de la misma forma que es viejo llamado padre - Le traje té -

- Puedes pasar Thoma -. Murmuró despacio, ¿Si quiera tenía ganas de hablar?

Miraba a ese alegre chico entrar, deseaba tanto que el humor pudiera pegarse en las personas ahora mismo necesitaba un poco de la alegría de su amo de llaves, añoraba un poco de ella. Sus verdosos ojos siempre tan brillosos en inocencia, ¿Por qué el no podía lucir igual?

- ¿Sigue trabajando a esta hora? -. Decía con su tranquila voz, Ayato solo quería que se alejará

- Puedo preguntarte lo mismo Thoma, ¿No es muy tarde para que sigas despierto? No son necesarios tus servicios a tales horas -. Por favor lárgate, eso pensaba Ayato con solo ver al joven frente a el, quería estar solo

- Pero si usted mi señor sigue despierto entonces yo debo servirle -. ¿Podrías lárgate?

- Debes servirle más a mi hermana que a mí, aún si estoy despierto todo el día no significa que te tendré despierto a esas horas, le suplico que salga y vaya a dormir como dije -. Su voz comenzaba a sonar irritada - Sus servicios no son necesarios a estas horas -.

Thoma no dijo nada pero podía verse en esos verdosos ojos la decepción de sus palabra, Ayato ahora podría odiarse aún más pero ¿Era tan difícil ser dejado solo? La gente solo lo distrae de sus tareas, así jamás terminará, así jamás dormirá como antes ni descansará de su trabajo

- Me disculpo mi señor, pase buena noche -. Fue lo último que dijo su amo de llaves antes de salir

Ayato sentía que su pecho se apretaba al escuchar aquella voz, es un mounstro, un imbécil y gracias a ello jamás será perfecto por más cosas que lleve a su familia, por más títulos o puestos jamás quitará que es un niño inútil mal desarrollado, un niño estúpido que teme de la gente que de acerca a el

Se lanzo contra la alfombra llevando papeles consigo, eso sería más trabajo por culpa de un impulso, debía aprender a controlarse, jamás será lo que el mundo le pide y odiaba no serlo, tantas expectativas puestas sobre el, tantas promesas que deseaba romper, solo quería ser libre antes de morir

Por qué el sabía que su trabajo iba a matarlo

Cómo cualquier otro que fue lanzado a un mundo sin ser preparado lo suficientemente, como cualquier llorón incapaz de superarse a si mismo. Sus lavandas pupilas se cristalizaban con tristeza goteando desesperantes por su agotado rostro, Kamisato Ayato no era el prodigio jefe del clan, no, era el niño que llevará a ala ruina a ese pobre clan incluso si antes que el ni siquiera lograban recordar el apellido que poseían

Su reconocimiento lo es gracias a su hermana, el personal es gracias a su hermana y al amo de llaves, la confianza puesto en el es gracias a su hermana, todo es gracias a ella, ¿El qué a logrado? Incluso con un puesto en una de las comisiones para el seguía siendo el mismo niño que llevaría a la ruina su clan, ¿Por qué no podía ser como Kamisato Ayaka?, ¿Por qué no podía ser como su propia hermana? Ella no fue entrenada por tantos años como a el, ella no fue arrebatada del amor como el y aún así ella hacia mejor trabajo que el

Sus manos golpeaban con fuerza el tarde que decoraba su suelo, golpe tras golpe hacía crecer su frustración, ¿Por qué no podía cambiar? Quería ser otro, otro tipo de persona, no podía desaparecer debía cuidar a su hermana pero eso jamás evitaría que deseaba con toda su alma ser otro

Y tras la puerta el joven de ojos color esmeralda escuchaba el horrible llanto de su amo roto mientras apretaba su camisa con fuerza y mordía su labio con tristeza debía ser capaz de ayudarle, deseaba hacerlo pero estaba tan cerrado en su mismo que Thoma se quedaba sin opciones, solo deseaba desesperado a los arcontes ser ayudado, incluso a la Shogun que era a quien el mismo Ayato servía que fuese ayudado

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Perdón por tardar tanto en actualizar):

𝙋 𝙚 𝙧  𝙛 𝙚 𝙯 𝙞 𝙤 𝙣 𝙚 [Thomato]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora