El sonido de la alarma me despertó de un susto. Entrecerré los ojos para poder enfocar bien la vista y poder ver qué hora marcaba el reloj.
Las 10:10
Perfecto, tarde como siempre.
Las clases comenzaban a las 8:20, y digamos que ya me había perdido dos horas.
Me vestí corriendo, y rápidamente bajé a la cocina para desayunar lo primero que encontrara. Mis padres trabajaban, por lo que podía entrar con toda la seguridad de que no me pillasen.
Encima de la mesa, encontré un bocadillo de chorizo. Estoy segura de que ese iba a ser el almuerzo de mi padre y se lo dejó allí.
Bueno, ahora es mío.
Agarré el bocadillo y lo metí en mi mochila. Salí corriendo por toda la calle, con la intención de llegar a tiempo a clase.
Tenía la suerte de que vivía en un pueblo, por lo que podía llegar caminando al instituto perfectamente. No era muy grande, pero tampoco muy pequeño. Había vivido aquí desde que tengo memoria, sin embargo, no me desagradaba.
En cuanto entré al edificio, sonó el timbre, indicando que me había perdido las primeras horas de clase, y que acababa de empezar el recreo. Me dirigí hacia la cafetería, donde mis amigos y yo solíamos pasar la mayor parte de los descansos.
Escaneé con la mirada mi campo de visión, y encontré a mi mejor amiga sentada en una mesa situada en la esquina. Estaba de espaldas, por lo que no podía verle la cara, pero su larga cabellera morena la delataba.
Con la cabeza hacia abajo, me acerqué a ella lentamente, sentándome enfrente suyo. Cuando levanté la mirada, no me esperaba para nada con lo que me iba a enfrentar.
Sus ojos estaban hinchados y rojos, al igual que su nariz, que estaba moqueando sin parar, como si hubiera llorado por horas. Tenía unas ojeras enormes, que denunciaban su falta de sueño.
—Dios Abril... ¿Qué te ha pasado? —pregunté preocupada.
Ella no levantaba la mirada, evitándome, como si estuviera avergonzada.
—¿Recuerdas a Axel? —cuestionó.
Él era su ligue, Abril estaba increíblemente enamorada de él, pero él siempre la usaba para su diversión. Solo la llamaba cuando no tenía nada que hacer, le juraba que sentía lo mismo, y ella se lo creía. En el momento que se aburría, la ignoraba y la dejaba de lado. A mí no me agradaba para nada ese chico, ya se lo había dicho miles de veces, pero ella estaba tan enamorada que nunca me hacía caso.
—Oh no... ¿¡Qué te ha hecho!?
—Pues... Ayer en la fiesta, le vi besándose con otra chica y cuando él me vio, ni siquiera paró, él me sonrió y se metió a la habitación con ella, enfrente de mi cara.
—Abril... —Le acaricié la mano para que se tranquilizara—. No llores por ese imbécil, no merece la pena. Olvídalo, sé que no es fácil, pero encontrarás a alguien que te quiera de verdad y que te haga feliz. Una chica tan guapa como tú no tiene que estar llorando por ese tipo de idiotas.
Ella se sorbió la nariz.
—Tienes razón. —Con las mangas de su sudadera, se limpió las lágrimas. Dio una respiración profunda—. Bueno, ya está bien de hablar de mí, ahora hablemos de ti, ¿cómo estás? ¿Por qué ayer no fuiste a la fiesta?
Oh... La fiesta.
Ayer me invitaron a una fiesta, pero cuando se acercó la noche me dio una punzada en la cabeza que no cesaba, decidí no ir, por lo que acabé en el parque tomando un poco de aire fresco. De todas formas, no soy el tipo de persona que le gusta ir a fiestas, solo iba para acompañar a Abril, claro que yo no sabía que su novio iba a ser más idiota que nunca.
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PERSIGUIENDO HELIO
Mistério / Suspense¿Qué es lo que pasa cuando un chico de ojos blancos entra a tu vida? Valeria es una chica que llevaba una vida común, hasta que una serie de acontecimientos comenzaron a acecharla diariamente. ¿Logrará salir de ello? ¿Tendrá aquel chico, algo que ve...