04 | El día de la marmota.

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Apenas tenía información sobre qué tenía que hacer o a quién tenía que acudir

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Apenas tenía información sobre qué tenía que hacer o a quién tenía que acudir. Ya había intentado ir a comisaría a denunciar los hechos, pero, en el momento que mencionaba la situación, la policía se hacía la sueca y dejaban el informe a medio acabar. Sus palabras siempre eran las mismas: "los hechos no son verosímiles".

¿Con qué no eran verosímiles? ¿Con la realidad? Esa era la cruda verdad. ¿Qué más necesitaban? ¿Que llevara a mi hermano ensangrentado y amoratado para que me dieran un poco de atención?

Me aparté pelo de la cara y eché un vistazo hacia las puertas de la biblioteca, esperando que la abejita apareciera por ellas. Miré el reloj. Era extraño verla llegar tarde, siempre había comenzado con las tareas del día cuando yo llegaba. No tenía ni idea de la cantidad de horas que echaba en esta biblioteca.

Volví mi vista al papel en mis manos. Taché de la lista "denuncia en comisaría". No me quedaban muchas opciones más. En aquel túnel no había salida, te quedabas atrapado a la espera de que la luz llegara. Pero nunca lo hacía. Cada idea que cruzaba mi mente tenía mil. Daba palos de ciego que cada vez me retrasaban más y más. El problema era que no estaba seguro de haber avanzado desde que todo esto comenzó.

Un movimiento en las puertas me distrajo. Al instante, doblé el papel por las marcadas guías de tantas veces que lo había abierto y cerrado. Lo guardé en el bolsillo de mi pantalón y me coloqué bien el jersey negro que había decidido llevar hoy.

Nunca se me habría ocurrido que estaría él allí, caminando directamente hacia mí. Cuando levanté la mirada, estuve a punto de coger mi chaqueta y largarme. Sin embargo, la impresión tensó mis músculos y la curiosidad recorrió mi sangre como un león atraído por su presa.

-Hola -susurró una vez llegó a la mesa de recepción donde me sentaba. Tuvo la decencia de mostrarse intimidado. Una sensación placentera hormigueó en mi vientre-. Vengo de parte de Amber para ayudarte por aquí. Me ha dejado una lista de tareas por hacer.

Sabía cuál era esa lista de tareas. La hicimos nosotros ayer por la noche. Arqueé una ceja. Sus hombros se hundieron, pero no sube distinguir si se trataba de miedo o de nervios. Esperaba que las dos cosas.

-¿Por qué no viene Amber? -Su nombre en mis labios sonó como una melodía. Sin comerlo ni beberlo, todos mis músculos se relajaron. Fruncí el ceño al ser consciente de ello.

-Me ha dicho que eran asuntos personales-Se rascó la nariz-. No podrá venir ningún viernes -murmuró. Me irritaba de la misma forma que me satisfacía su tono bajo y el movimiento bamboleante de su cuerpo. Sus ojos esquivaban los mismos, como si quemaran.

-¿Por qué no me lo ha dicho ella?

Eso pareció hacerlo estallar. Cada vez se le agotaba antes la paciencia.

-Mira, no tengo ni idea. Yo solo sé que tengo que hacer esta lista de cosas y que tú estás a mi cargo esta tarde -espetó, como aquella vez hablando de mi hermano. El mismo tono, la misma forma de expresar la mierda. Aquella vez sí me miró, con el ceño fruncido en un gesto que imploraba misericordia y una postura que rezaba por salir vivo de aquella.

Con la mentira por delante (#I.P.2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora