DÓNDE ESTÁ SABINA?

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Apolo estaba en su templo. Ya había aceptado que sus hijas estuviesen con las cazadoras, pero, claramente, no lo iba a decir delante de su hermana.

Estaba escribiendo unas cancioncillas para cantarlas en el Olimpo al día siguiente.

En el momento en el que estaba más inspirado, las puertas de su templo se abrieron de par en par.

- Seas quién seas, fuera. - dijo el dios sin apenas girarse.

- Apolo, necesito que vengas. - dijo una voz femenina.

- Que te largues. - espetó Apolo.

- Apolo, no seas Apolo. - dijo ella - Se trata de tu hermana...

- ¿Artemisa? - preguntó él girándose al fin. - ¿Iris? ¿Qué ocurre?

- No hay tiempo, tú ven. - dijo Iris. Estaba fatigada de tanto correr. Ella era una mensajera, corría como Hermes, pero sin saber por qué, estaba agotada.

Apolo la creyó por su aspecto. Respiraba entrecortadamente y tenía la frente perlada de sudor.

Corrieron hacia el campamento de las cazadoras, donde las chicas estaban inquietas, gritandose las unas a las otras de lo nerviosas que estaban.

- ¿Dónde está la irresponsable de mi hermana? - quiso saber Apolo. Iris se derrumbó, agotada en el suelo. Sus piernas apenas la sujetaban.

Apolo la recogió y la dejó apoyada en un árbol antes de correr a la tienda principal del campamento. Tumbada en una cama de pieles, estaba Artemisa, inconsciente y gravemente herida. Kate y Anna estaban a su lado, miraron a Apolo esperanzadas.

- No sabemos qué ha pasado, así de repente estaba aquí y... - dijo Kate al borde del llanto.

- Tranquila, ya me lo contáis luego. - dijo Apolo, arrodillándose junto a su hermana. Puso sus manos en el pecho de la diosa y esta, de inmediato, cogió una bocanada de aire y abrió sus ojos. Las heridas que tenía fueron desapareciendo hasta que no quedó ninguna.

Anna suspiró aliviada y Kate se echó a llorar de tensión acumulada.

- ¿Apolo? - masculló Artemisa mirando a su hermano. - ¿Dónde...? ¿Qué ha pasado? ¿Sabina? ¿Dónde está Sabina?

- Shh. - susurró Apolo cogiéndola de la mano. - No te alteres. ¿Qué ha pasado?

- Yo no... No lo sé. Acabo de preguntar lo mismo, ¿cómo voy a decírtelo yo si tampoco tengo ni idea?

- Vale, vale. - Apolo sé volvió hacia las cazadoras qué estaban allí presentes. - ¿Vosotras lo sabéis?

- Artemisa ha aterrizado aquí desde no sabemos dónde, no tenemos ni idea de cómo ha pasado esto. - dijo Kate enjugándose las lágrimas.

- Mi pequeña... - murmuró Artemisa. Abrazó a Kate con fuerza para tranquilizarla. - Estoy bien.

- Hermanita, creo que deberías descansar. -dijo Apolo.

- No me llames hermanita. - gruñó Artemisa entre dientes.

- Descansa. - insistió él.

Artemisa cerró los ojos como si tuviese demasiada paciencia.

Anna miró a Apolo advirtiéndole de que no le diera órdenes a su señora.

Kate arropó a Artemisa con delicadeza.

- Tal vez sería mejor que durmieras un rato. - propuso. - Admite que estás cansada.

- La verdad es que me duele un poco la cabeza. - murmuró Artemisa.

HUNTER OF ARTEMISDonde viven las historias. Descúbrelo ahora