LO JURO POR EL RÍO ESTIGIO

294 19 1
                                    

Kate se quedó con las cazadoras, y para su sorpresa, todas se sentaron a su lado y preguntaron cosas.

Lo que Kate se esperaba, era que la dejaran sola, cuchichearan a sus espaldas y se rieran de ella.

Pero no.

Maya fue la primera en abrazarla.

- Te hemos echado de menos. - dijo.

- Y yo a vosotras. - murmuró Kate.

- Oye, cómo has crecido. Ya no eres una niñita despreocupada. - observó una cazadora.

- Sí, bueno. - Kate se recordó vestida como una princesa en el templo de Afrodita y se enfadó con la diosa.

- Siento lo que has pasado. Esperemos que Artemisa te permita volver a unirte a las cazadoras. - dijo una de las cazadoras que tenía más cerca.

- ¿Seguras? Creo que...

- Katy, mejor cállate. Todas queremos que vuelvas. - dijo Maya.

- Y Anna...

- En los campos Elíseos. Con Daisy. - dijo Rose.

- Y todas las nuestras. Todas las que cayeron en batalla. -añadió otra cazadora.

- No importa lo que pasó con Anna. No sé lo que te hizo Afrodita, pero no te merece. No merece divertirse contigo. Y tú eres una chica criada en el bosque. Con nosotras. No una princesita de fresita con sus vestidos rositas y sus caras hiper maquilladas. Eres de las guays. - dijo Maya.

- Una niña salvaje que no obedece a nadie. - la completó Rose. - Ojalá yi tuviese tu suerte. La ciudad es horrible.

- Tranquila, Rosy. - dijo Kate.

Alguien carraspeó detrás de ellas. Todas se volvieron, y vieron a Artemisa de pie, con los ojos bañados en lágrimas. Tras ella, estaba Elizabeth, dudosa.

- La traidora es Sabina, está confirmado. Está condenada a muerte. - se echó a llorar sobre la primera cazadora que se cruzó por su mirada.

- Cuéntanos. ¿Qué ha ocurrido ahí? ¿Y que hace esa rata contigo? - la cazadora que habló, señaló a Elizabeth con el dedo.

- No la llames rata. - la defendió Kate. - No sin antes conocer la verdad.

Artemisa la miró confundida. Como si acabase de aparecer.

- Katy...

- Sí... Iba a irme, pero...

- No. No te vayas. He hablado con la rata asquerosa de Afrodita... Bueno, luego hablamos.

- Cuéntanos que ha pasado. - pidió una cazadora.

- Elizabeth es inocente, Sabina nos hizo pensar que ella era la loca para quedarse con nosotras. Pero lo que realmente quería Sabina, era acabar con los dioses, empezando por mí...

- ¿Por qué? Eres la diosa más comprensiva que he visto jamás. Y la menos egocéntrica y egoísta. - dijo Maya.

- Puede que sea ma menos de esas cosas, pero no puedo evitar ser envidiosa y egoísta en algunos casos. Como por ejemplo... Mira, prefiero callarme antes de que conozcáis ese lado mío. - Artemisa se apartó un mechón pelirrojo de la cara y lo manoseó incómoda.

- ¿Qué han hecho con Sabina? - preguntó Rose, devolviendo a la diosa a la realidad.

- La han condenado a muerte. Obviamente, idea de Hera. - fue Elizabeth la que habló. Todas la miraron, algunas sorprendidas, otras con gestos como «tú para qué abres la boca», y otras (las que la conocían de antes) sonrieron. Artemisa la miró confundida, como si acabara de acordarse de que estaba ahí.

- Sí, sí. Eso ha pasado. - murmuró, como conmocionada. Se secó las lágrimas que bañaban su rostro con el dorso de la mano, y miró a Elizabeth con melancolía. - Eres clavada a tu hermana... Dios, no podré con esto.

- Lo siento mucho... Yo no pedí nacer. - murmuró Elizabeth.

- No, no quiero decir eso. Es que... Es tan impactante. La persona a la que le confié el cargo más alto de las cazadoras resulta ser una traidora, y ahora está condenada... Y en parte es mi culpa, y...

Una cazadora empujó a Kate para ponerla justo delante de la diosa. Artemisa le rozó la mejilla con la mano y sonrió.

- Sí. Vale.

- Creo que sería mejor que descanses. Ya nos contarás cosas después. Lo primero es lo primero. - propuso Kate.

- Me parece bien.

Artemisa se retiró a su tienda, y las cazadoras cotillas interrogaron a Elizabeth con el propósito de sacarle información.

Resulta que Sabina era la que había tratado de matar a Artemisa tres veces y la que había hecho quedar a Elizabeth como la mala.

Tras una hora hablando con Elizabeth, Rose, la cual había estado con Artemisa por razones que Kate no conocía, la llamó.

- Artemisa quiere hablar contigo. - dijo. - Está mejor, un poco conmocionada, pero se le pasará... No te sorprendas cuando entres. - añadió.

Kate fue hacia la tienda de Artemisa, algo confusa, y trató de ocultar su sorpresa cuando entró. Artemisa estaba sentada junto a Apolo, con su cabeza en el hombro de él. Le contaba algo en voz tan baja que apenas se escuchaba un murmullo. Apolo le acariciaba el cabello sonriendo.

- ¡Kate! - exclamó él al verla.

- Hola, Katy. - saludó Artemisa menos emocionada.

- Hola. Rose dijo que querías verme. - dijo Kate, sentándose en frente de ambos dioses.

- Sí. Verás, he hablado con Afrodita... - Kate gesticuló una mueca de asco al oír ese nombre. - Dice que prefiere que te quedes conmigo a que le destroces el templo. No sé lo que hiciste, pero bien hecho. - premió. Sonrió débilmente, como si le costara decir eso. Apolo le besó la sien, gesto al que ella reaccionó un poco asqueada, pero al menos no le arreó una bofetada a su hermano.

- Partió una almohada por la mitad. Con solo sus manos. - rió Apolo, acercando a su hermana a su pecho, como queriendo ayudarla.

Artemisa soltó una risita al oír eso.

- Sí, no está mal. - murmuró. - Me gustaría que volvieras.

- Sí, yo también quiero volver. - afirmó Kate. - No me gustaría vivir sin la mujer que me crió.

Una lágrima solitaria resbaló por la mejilla de Artemisa.

- Me alegra oír eso. - se frotó los ojos sonriendo. - Técnicamente odio a las hijas de Afrodita, pero tú eres otra cosa. Contigo puedo hacer una excepción, pero debes prometer que nada de amor con nadie. Ni chicas ni chicos. Esos últimos menos aún. Y controla tu ira para que no vuelva a pasar lo mismo que con... - la diosa omitió el nombre de Anna.

- Prometer eso es complicado para una descendiente de esa belleza con patas. Pero si mi hermanita confía en tu palabra, es un paso. - al terminar de decir eso, Apolo pareció sorprendido porque Artemisa no le hubiese reñido por lo de "hermanita".

- Yo juro por el río Estigio que me resistiré a todo tipo de amor, me guste o no. - a Kate le pareció algo un poco extraño, pues nunca se había enamorado y no pretendía hacerlo nunca. Pero algo en ella le dijo que era mejor prometerle a Artemisa que sería fiel.

En el momento en el que dijo esas palabras, Artemisa extendió sus brazos y Kate corrió a abrazarla.

- Te quiero Katy.

- ¿Y a mí? - preguntó Apolo dolido.

- Tú te callas. - espetó la diosa en tono divertido.

- Vale, todavía eres tú.

- Ven aquí, tontorrón. - Artemisa atrajo a Apolo hacia si, y él le devolvió el gesto.

- Ya puedo llamarla sobrina. - bromeó Apolo, refiriéndose a Kate.

- Ya veremos. - dijo Kate juguetona.

Artemisa le besó la frente a Kate y dijo:

- Mi cazadora, mi niña.



HUNTER OF ARTEMISDonde viven las historias. Descúbrelo ahora