ℍ𝕚́𝕓𝕣𝕚𝕕𝕠𝕤. [EDITANDO]

El Inicio De Una Pesadilla. 1/2

Tres Años después...

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Ella de pronto apareciendo en medio de la obscuridad estaba.
No había nada, ni una piedra.
Solo ella y el vacío.
Lo comprobó al mirar a todos lados, todo estaba a oscuras.
Solo vestía un sencillo vestido blanco que le llegaba por debajo de sus rodillas apenas logrando ver sus pies, que extrañamente no traía zapatos.

Asustada se levantó del sitió en donde estaba sentada; intentando hablar o soltar algún ruido, un silbido, un susurro, una queja, un grito...

Nada salió de su boca.

Es el momento en el que todo parece cambiar, el viento sopló, llevándose aquella obscuridad que tanto la abrumaba.
El viento revolvió su largo cabello al igual que su vestido.

Aquél fondo pasó de ser negro a ser uno blanco, se sentía en paz y bastante tranquila.
Aunque la repentina luz la obligó a cerrar los ojos.

—_____, _____. Despierta...— escuchó que la llamaron.

Qué...

Abrió los ojos tan rápido como pudo, reconociendo siempre la voz que tenía su madre.
La extrañaba tanto, ¿Cómo pudo olvidarla?
Debe haber una buena razón para olvidarla tantos años, o que no haya pensado en ella un solo día.
Había tres razones.
Tal vez no los recuerde ahora, pero las hay.

O no lo quiera recordar.
Pues en éste momento solo está con su madre y su padre dándole un abrazo y varios besos.
Ella feliz los acepta, llora de felicidad, de tristeza, de nostalgia.

Por que sabe que nada es real.
Pero por un momento olvidará ese detalle.

No puede hablarles, pero la manera en que los sujeta como si tuviera miedo de dejarlos ir, como llora, como les da besitos en las mejillas, demuestra todo.

—Hija, tenemos que ir al bosque. Tendrás que quedarte sola, pero serás valiente, ¿Verdad?

Esas horribles palabras otra vez.

¡No, no, esperen, no vayan!

Los abrazó más fuerte, llorando a mares, negando una y otra vez.

¡No, no soy valiente! Por favor quédense...

—Te portas bien, no hagas travesuras.

¡No por favor!

—Adiós. _____, te amamos.

Se los llevó el viento, los alejó de sus manos, ella quiso alcanzarlos pero tropezó.
A rastras fue tras ellos intentando tomar alguna parte de su ropa, su pierna, sus muñecas.

¡No, no me dejen sola! ¡Llevenme con ustedes! Seré buena niña. Yo los protegeré de ese oso... Solo... Vuelvan...

Entonces los atravesó y no fue capaz de detenerlos.
Abrió la boca para gritar.

El escenario cambió.

Era el cementerio.
El clima es horrible, llueve, truena, está oscuro, frente a las tumbas de sus padres se encuentra.
Ella abre los ojos ante tal cosa, vuelven a salir lágrimas de sus ojos cansados, abajo de éstos hay ojeras.
Se cubre la boca para no gritar en ese preciso instante.

Es tan dolorosa la verdad.

La verdad que siempre se ha negado a aceptar.

Ellos están muertos.
La lluvia moja cada parte de su cuerpo, su cabello se le pega en algunas partes de su cuerpo como la frente o el cuello, los hombros etc.
No puede detenerse, llora desconsoladamente hasta que siente que se ahoga con sus propio llanto.