Capítulo 6

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Este es el último capítulo de esta historia que se suponía era un OS y terminó con seis capítulos.

Muchas gracias a AntonellaLobo_ por el prompt. Me divertí mucho escribiéndolo y, aunque no lo parezca, fue todo un reto y me encantó.

Gracias a aylethequeen por contarme sobre tus teorías e ideas sobre la historia. Siempre es un placer escuchar y, dentro de lo posible, conceder peticiones jeje.  

Y por supuesto mil gracias a mi Partner in Crime  Autumnevil5 por el apoyo incondicional y por ayudarme a darle forma a esta idea desde un principio.

Un millón de gracias a todos por leer, por comentar, por interactuar y expresarse con esta historia.

Sin más, espero les guste. 

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El escarabajo amarillo se detuvo un par de metros antes de cruzar la línea.

—¿Por qué demonios te detienes? —preguntó David, enojado y al mismo tiempo muriendo de desesperación. ¿Es que acaso su hija no entendía?

Emma no respondió. Solo cerró los ojos, su expresión cambió a una afligida y soltó el aire con fuerza. David sintió que la sangre le hervía de furia. Abrió la puerta, bajó del auto y lo rodeó abriendo la puerta del piloto.

—Bájate —ordenó y por Dios que le dolía tanto que su hija le estuviera haciendo pasar por esa angustia y ese dolor que tenía clavado en el pecho, tan intenso que era un tanto difícil respirar.

La rubia lo hizo, dejándole libre el asiento que David tomó de inmediato cerrando la puerta. Sin embargo, cuando quiso encender el escarabajo las llaves desaparecieron de su mano. Golpeó el volante y bajó de nuevo aventando la puerta que se cerró con un golpe seco.

—¡¿Qué clase de juego retorcido es este?! ¿Eh, Emma? —preguntó con los brazos extendidos hacia los lados, exigiendo una respuesta que era de vital importancia.

—No es un juego —respondió la rubia con pesar pues no le hacía feliz el hecho de estar engañando a su padre y haciéndolo sufrir. Le dolía verlo así, pero tenía que aguantar un poco más.

—Entonces llévame a Portland. Llévame con ella —solicitó autoritario, pero con súplica a la vez. Ya no soportaba la espera, ni un segundo más y temía tanto decir algo de lo cual seguramente se arrepentiría. Sintió que los ojos se le llenaban de lágrimas que dificultaron un poco la visión.

Emma le miró culpable, apretó los labios y negó sin cesar. El corazón de David se inundó de tristeza. Fijó la mirada tras su hija. Ahí estaba la línea y el camino que no dudaba en recorrer andando con tal de llegar hasta Regina lo antes posible.

El auto de Gold se detuvo un par de metros tras el escarabajo. De inmediato noto la tensa escena frente a él. Volteó al asiento del copiloto y observó brevemente la figura durmiente de Regina.

—Hora de despertar, Majestad —dijo mientras movía su mano conjurando el debido hechizo.

Entonces David rodeó a Emma dispuesto a emprender la travesía por sí mismo, cuando de pronto, una conocida voz le hizo detenerse en seco.

—¡David!

Volteó de inmediato, con el cuerpo temblando por la impresión y fue cuando la vio. Regina corría hacia él, así que hizo lo mismo para encontrarse con ella lo antes posible. Abrió los brazos a la vez que frenaba un poco para no colisionar contra la reina y entonces sucedió. La envolvió entre sus brazos, fundiéndola contra él y con toda la intención de no soltarla jamás.

AislamientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora