Capitulo 10

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Una Gran Sorpresa

Luego de recibir una descarga eléctrica que lo dejaría inconsciente Ash comenzaba a despertar, quedo acostado un momento para analizar un poco lo que sentía y abriendo los ojos poco a poco para acostumbrarse, podía sentir unos leves saltos y el sonido de un motor, al parecer estaba en movimiento, dentro de un camión tal vez, ya se estaba acostumbrando a la oscuridad de su prisión, lo habían cubierto con una gruesa cubierta de tela negra, pero se sentía por debajo de esta una brisa muy tenue, luego de unos minutos Ash se levanto quedando sentado sobre el sitio, le dolía la cabeza, quizá se había golpeado cuando cayó, Pikachu a su lado también ya estaba despierto, se le veía bien, no sabía cuánto tiempo había estado inconsciente, así que se relajo y simplemente se dedico a esperar que el vehículo se detuviera para saber qué era lo que le esperaba

Después de una media hora más o menos el camión empezó a bajar su velocidad hasta que se detuvo, casi de inmediato la gruesa cubierta fue quitada, dejando entrar la luz dentro de la jaula, allí estaba Ash meditando junto a su Pokemón

-Vaya –Hablo Vulcano- Se nota que despertó hace como una hora

-Treinta y siete minutos para ser exactos –Dijo Ash aun sin romper su postura-

-¿Ahora eres reloj humano o que niño? –Dijo Silvia quejándose con una sonrisa burlona-

-Silvia... -Ash abrió los ojos y la miro con los ojos entrecerrados como si estuviera a punto de decir algo sumamente importante- Tienes un pedazo de carne entre los dientes... Deberías... Resolver eso ¿No?

Silvia se tapo la boca con un movimiento de su mano, puede que actuara masculina en ocasiones pero aun se consideraba una señorita, los soldados intentaban no reírse para no meterse en problemas, mientras que Vulcano se volteo para que Silvia no mirara como se reía, Brisa por otro lado no le importaba en lo absoluto y se rio a carcajadas

-Increíble –Grito- Parece que a los presos que traemos les gusta humillarte Silvia –Dijo mientras seguía riendo-

Silvia se volteo hacia ella con un Hilo dental en la boca y un enojo notorio

-Al menos yo no me enamoro de nuestros enemigos –Señalo a Ash en la jaula- ¿Verdad Brisita?

Vulcano se sentía en campo minado, pero no podía evitar reír cada vez más, incluso se giro aun mas para evitar el contacto vual con ambas y que no se dieran cuenta que estaba muerto de risa

Brisa abrió sus ojos ante el comentario de Silvia, la cual ya se sentía ganadora de aquella discusión

-Cállate, eso no es cierto -Su nerviosismo era tan evidente que creerle era muy difícil, sin embargo le volteo la tortilla a Silvia- Y aunque lo fuera –se cruzo de brazos- Al menos yo no estoy enamorada de Vulcano ¿Cierto querida Silvia?

La risa de Vulcano despareció por completo girando sobre su pies de inmediato con ambos ojos muy abiertos mirando tanto a Brisa como a Silvia, Silvia por otro lado estaba sin palabras, no sabía cómo contraatacar a eso, sus expresiones eran un poema, y Ash, a quien estaban ignorando y que había empezado aquella discusión apropósito, los analizaba, para calma de ellos una radio cercana comenzó a sonar dando instrucciones, los Comandantes hicieron como si nada hubiera pasado y se apresuraron a responder a las ordenes

-Que lastima que haya terminado así la discusión –se lamento Ash un tanto animado- Se nota que se aprecian mucho

Sonaba tan sarcástico que un soldado cercano se le acerco riendo un poco

-¿Te digo algo? –El soldado se agacho para quedar a la altura de Ash y este le prestó atención- "Al atardecer la puerta de una celda se abrió de lado a lado, dejando libre a un joven encerrado que pudo sentir la libertad, a toda velocidad y sin pensarlo dos veces, salió de su prisión de metal y corrió por el camino de la izquierda llegando a una sala donde estaban todas sus pertenencias, antes de salir de aquella sala para dirigirse al exterior de los moros que lo rodeaban vio una caja de explosivos, la tomo y la puso sobre un generador de una habitación a la derecha, salió de aquella edificación y cuando ya estuvo lejos tomo un detonador y presiono el botón rojo, haciendo volar por los aires aquel castillo metálico, ya no aterrorizaría a nadie más"

La Determinación de un MaestroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora