Capítulo diez.

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Final alternativo n°1

|despertar|



La voz cantarina de una muchacha le despertó.

O al menos eso quería suponer, puesto que, o era alguien que lo iba a ver, o era los mismos ángeles que lo estaban recibiendo en el cielo con suaves cantos.

O quizás el dolor de cabeza era muy grande que hizo que despertara. Cualquiera que fuera la razón, sin duda, hizo que finalmente fuera consciente de su existencia.

Después de una semana, finalmente podía sentir su cuerpo, aunque no dejaba de estar algo aturdido.

Abrió lentamente los ojos, una luz le cegó de inmediato, por lo que volvió a cerrar sus ojos por unos cuantos segundos, cuando volvió a abrirlos —muy despacio— observó un color bastante particular. Un rojo anaranjado, o talvez un color cobrizo, su mente ya no daba para distinguir colores.

Un olor a flores viajó hasta su nariz, un dulce aroma, bastante agradable para ese momento, aquel aroma junto al dulce canto que aún podía escuchar reafirmaba su idea de estar el cielo.

Quizás ya había muerto.

Pero una molesta voz le hizo saber que estaba más que vivo.

Para su desgracia, su descanso eterno aún no llegaba.

—¿Todavía está durmiendo? —la voz de Manjiro resonó en la habitación.

Shinichiro rápidamente cerró sus ojos, y fingió estar inconsciente.

Mel, quien estaba colocando unas flores en un jarrón, le miró, le sonrió y luego observó a Shinichiro.

—Eso parece. —murmuró, con algo de tristeza en su voz.

Era extraño verle ahí, tendido en una camilla, con varias máquinas a su alrededor, pero después de aquel accidente —digamos que por términos legales, y dado que Kazutora aún era un niño, todos decidieron llamarlo accidente y no intento de homicidio— era esperable ver aquello.

—Creo qué pasara un tiempo antes de que él despierte. —dijo antes de volver a mirar al hermano de Shinichiro. —¿Has comido algo?

El menor negó con la cabeza.

—Yo tampoco. —admitió. —¿Vamos a comer algo al carrito del frente?

Sin que Shinichiro pudiera notarlo, quedó solo en aquella habitación, bastante confundido. Emitió un pequeño gemido de dolor cuando quiso enderezarse. El dolor de su cabeza era realmente fuerte, sentía como si alguien estuviera constantemente pegandole con un martillo, sentía que que cualquier momento explotaría.

Aquel dolor era peor que las resacas que tenía después de salir a beber con Wakasa.

Dios, envíame un paracetamol con uno de tus ángeles. —pedía.

Trató de observar la habitación, o al menos trató de diferenciar algo más ahí que no fuera una máquina que mostraba sus signos vitales.

Era blanco, todo era blanco, todo muy limpio, con eso mismo pudo diferenciar que no estaba en su taller —el cual estaba todo sucio— o su habitación, la cual era de cualquier color menos blanco.

Luego se le vino a la mente algo, o más bien alguien. Mel.

Su habitacion era blanca, bastante blanca de hecho, aunque tenia algunas plantitas y cosas por ahí, y Shinichiro no podía diferenciar ninguna planta por ahí.

Another Love |Shinichiro Sano|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora