08. Cuarzo opaco.

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¿Alguna vez han estado atados a una situación que, por más que el mundo quiso arruinar, les hace bien en la oscuridad?

SungHoon se sentía así. Luego de una semana de aquella conversación bajo un árbol, comenzó a ver a Jake más seguido, casi olvidaba por completo que antes pensaba que era un acosador, patán y asesino. A pesar de ser un huraño retraído (como JongSeong le decía en ocasiones cuando quería hacerlo enfadar) comenzaba a encontrar un sentido en los viajes cortos en moto a distintas partes de la ciudad, no había reflectores, solo dos chicos pasando una tarde acompañados de la chispa que crearon en solo unas semanas. Nadie debía saber de ello, ni siquiera SungHoon le había informado a JongSeong sobre su reconciliación o lo que sea que significara volver a disfrutar de la calidez de Jake. 

Contando los últimos minutos en el aula, comenzó a dibujar a grafito garabatos sin sentido en la última página de su cuaderno de ciencias sociales. Uno de ellos era la mitad de lo que parecía ser un corazón, de manera inconsciente, SungHoon escribió la primera sílaba del nombre de un adicto a darle sustos y comer caramelo de naranja. Antes de poder notar lo que estaba haciendo, la campana sonó y al igual que todos los demás, salió corriendo sin siquiera asegurarse de no haber olvidado sus pertenencias en la butaca, quería llegar lo antes posible a la avenida y encontrar de la manera más jodidamente atractiva a Jake sobre su motocicleta o lamiendo una de sus paletas favoritas. 

Pero no había salido todavía. 

Al hacer memoria, SungHoon ni siquiera lo vio en el descanso, ni entre clases y no había señales de que pudiera aparecer hasta que divisó su tan repetida chaqueta y aquellas manos sueltas que SungHoon ignoró hasta un día antes que Jake tomó su muñeca antes de cruzar la avenida. SungHoon consideraba la atracción por las manos como banal, banal hasta que imaginó que tantas cosas podría hacer Jake con las suyas. Mordió el interior de sus mejillas cuando las ideas volvieron a significar suficiente o demasiado.

—Mirada de cuarzo ahumado —dijo Jake en volumen alto acercándose cada vez más hasta colocarse frente a él.

—Dije que si me ibas a decir apodos extraños, al menos debías explicarlos —reclamó cruzando sus brazos. Jake solo rio—. ¿Por qué te burlas?

—Me preocupa tu poco sentido poético.

—¿Qué tiene de poético una piedra?

Jake fingió estar ofendido por completo, incluso abrió sus labios y colocó su diestra sobre su pecho a la altura de su corazón. Estaba fingiendo un ataque de ofensa. 

—¡Es especial como tu mirar! —exclamó. SungHoon no pudo evitar sonreír y mirar al suelo donde la mirada de Jake no podría sentenciarlo por haber perdido los ánimos de relacionar elementos preciosos con el físico de una persona—. Transmites positivismo, a pesar de parecer un muerto viviente. Eres la única persona que me ayudó a dejar de pensar tanto en los idiotas de mi aula. Me diste tranquilidad, Park SungHoon y de verdad espero que esto te haga mirarme y poder apreciar un poco más la encantadora manera en que me ves.

—Presiento que me estás coqueteando —mencionó sin levantar la mirada, las botas de Jake eran menos intimidantes. 

—Señor Park, ¿eso no sería muy indecente de mi parte? —bromeó con ironía. 

—Si yo fuera un chico como tú, no estaría interesado en alguien tan aburrido como yo —expresó sin detonar alguna emoción, solo quería dejarlo en claro y tal vez de esa manera sus ilusiones se teñirían en blanco y negro. 

Comenzó a caminar en sentido contrario al que se supondría que sería su ruta diaria. Jake frunció su ceño y sus labios, estaba comenzando a acostumbrarse a la forma tan rápida de caminar del menor; corrió a él y tomó su hombro izquierdo antes de que se alejara por completo. Decir que no estaba confundido es una patraña.

Midnight 𝗠𝗶𝘀𝘁Donde viven las historias. Descúbrelo ahora