04. Callejón Lóbrego.

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La salida era por mucho mejor que la hora de ingreso al colegio. SungHoon no comprendió por qué después de ansiar como un demente poder ingresar al colegio, después del receso se sintió cohibido y quería irse a su casa lo antes posible. Cuando escuchó el timbre de salida, fue el primero en abandonar el aula incluso sin despedirse del profesor.

Caminó entre los demás alumnos ansiosos de ir con sus amigos a comer o llegar a casa y saludar a sus familias. SungHoon no esperaba ninguna de ambas opciones, quería llegar a casa con la esperanza de que ChaeJin se quedara tarde en la oficina y pudiera encerrarse en su habitación todo el día a ver videos de perros adorables o escuchar a Halsey con volúmen alto.

Miró hacia el suelo mientras caminaba y cargaba su mochila solo con el hombro derecho. Sus ojos cazaron un par de Converse negros y desgastados frente a él. Retuvo el aire que había inhalado en un segundo.

—No me digas que te irás sin despedirte —Al reconocer la voz dio un paso hacia atrás. No podía creer cómo es que siempre que intentas huir de una situación, es lo primero que aparece cuando creías que te habías librado de ello. SungHoon necesitaba tomar un respiro y correr en sentido contrario lo más rápido que pudiera—. Oye, ¿qué pasa? ¿Estás bien? Parece que estas nervioso, ¿viste un zombie?

—¿Qué haces aquí?

El chico de las zapatillas negras entrecerró sus ojos, pero SungHoon ni siquiera lo notó, solo miraba al suelo.

—Aquí estudio yo también —respondió. SungHoon miró sus ojos, se sentía de nuevo hipnotizado y a la vez envenenado—. Salí en la segunda hora, le dije a la profesora Cho que me estaba mareado y sentía que podía desmayarme en el colegio, así que, me dejó salir y también dijo que no debía decirle a nadie o ella estaría en problemas. Ahora tú lo sabes y es porque confío en ti, Park SungHoon.

SungHoon negó con su cabeza y pretendió pasar a Jake, pero él lo detuvo poniendo sus palmas en el torso contrario, SungHoon retrocedió.

—¿Podrías al menos decirme que tienes? Pareces más propenso al desmayo que yo —mofó. SungHoon lo miró con rencor, Jake solo pido pudo levantar sus manos demostrando su inocencia—. Lo siento, no sé por qué, solo... lo siento.

—Hablé con JongSeong —confesó.

El rostro de Jake cambió. Su sonrisa ingenua había desaparecido, incluso dio un paso atrás. SungHoon asumió todo de esta forma.

—¿Qué fue lo que hablaste con él?

SungHoon se acercó a tomar la muñeca izquierda del mayor y jalar todo su peso con un solo brazo a un extremo menos transitado. No quería exponerlo más frente a otros chicos del instituto, tal vez lo merecía, pero no lo haría. Jake movió sus pies lo más rápido que pudo estando atado a los dedos largos de Park hasta llegar al extremo oeste del instituto, donde había un corredor oscuro, nadie pasaba por ahí por gusto, era ideal para asaltos... SungHoon, ¿qué hiciste?

SungHoon se detuvo en la esquina. De ninguna forma se sumergiría a esa oscuridad, menos con la información que poseía. Jake se flexionó hasta poner las palmas de sus manos sobre sus rodillas, nunca corrió tan rápido, ni siquiera en clase de gimnasia, siempre se quedaba en las gradas hasta que podían jugar baloncesto o soccer libremente en el gimnasio. Además, las piernas de SungHoon eran más largas que las suyas, podía avanzar más rápido sin problema.

—Habla —ordenó el de piel nivea—. Pero antes, quiero que te pares a, por lo menos, dos metros de mí.

Jake viró los ojos.

—Sé lo que dijo.

SungHoon levantó su ceja y cruzó sus brazos. Como punto bueno, al menos estaba entendiendo.

—¿Y?

—No sé, ¿qué quieres saber? —Guardó sus manos en los bolsillos de su chaqueta estilo vuelo, una que SungHoon nunca había visto en él.

—Todo.

Jake suspiró. SungHoon abultó sus labios, hábito que salía al aire cuando se molestaba.

—¿Qué pasó con SoEun? —inquirió imponente el menor para volver a ponerse de pie sintiendo, por primera vez en su vida, que tenía el control.

—¿Te habló de eso? Ay, por Dios, pensé que había hecho más grande el rumor de-

—Lo sé todo, Jake —interrumpió.

—Diría que lo esperaba, pero sería un calumnia —dijo Jake enervado.

SungHoon cuestionó con su entrecejo fruncido al mayor que ingresó solo los pulgares a los bolsillos de sus vaqueros.

—Es decir, creo que pensé que nuestra situación sería distinta luego de haber abierto mis sentimientos contigo.

SungHoon mordió su labio sin discreción ni suavidad, lo único que quería era mandar al carajo aquella conversación, lo que ocurrió con JongSeong y toda la semana pasada, en especial el jodido y adorable viernes que lo hizo ser creyente de que la vida no es una culera como dicen las frases quemadas y su mente durante las sesiones de regaños y viendo como todos en su aula tienen incluso lo más mínimo mientras que él también tiene lo mínimo, solo eso.

Si había sido inquino o si había calificado con los adjetivos incorrectos a Shim, ya no había tiempo para arrepentirse y dar la vuelta. Las palabras no son un texto escrito a lápiz que puedes borrar y quedan en el olvido. La culpa ahí estaba y prevalecería con poca intensidad, pues Jake no objetó, no protestó, se quedó en silencio, tranquilo, pero con un azul en sus ojos que jamás había visto en ellos, pues consideraba esa mirada como la más bonita que alguna vez haya captado en sus recuerdos.

—Tengo que irme a casa —gimoteó cansado, su hemisferio emocional no quería ser cómplice del lógico y seguir culpando a un inocente que no había dañado, al menos a él no.

SungHoon intentó huir, pero al pasar a un lado de Shim, él detuvo su brazo con sus manos.

—Apartir de mañana estaré bajo el nogal del patio, solo por si quieres la verdad —susurró. SungHoon se quedó paralizado y en silencio, conteniendo mil insultos que pudo haber tirado como prueba de que no era un idiota y podía defenderse.

Jake lo soltó y él salió corriendo a una dirección que ni siquiera era la de su casa, necesitaba caminar más o perderse, cualquier cosa hubiera sido suficiente para analizar su conciencia y lo que había roto con tan solo unos comentarios.

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Midnight 𝗠𝗶𝘀𝘁Donde viven las historias. Descúbrelo ahora