𝕻𝖗𝖔𝖑𝖔𝖌𝖔.

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Año 854 a.C.
Fuerte Slava, territorio de Marley.

...

La imagen ante él solo le traía alivio a su corazón, luego de que Mikasa entrara en la boca de Eren para decapitarlo todo pasó muy rápido. Todo había desaparecido, los eldianos transformados en titanes volvieron a ser humanos, al igual que los portadores de los nueve titanes también volvieron a su forma humana, dejando en claro, que la maldición se terminó.

Al fin todo había acabado, el absurdo genocidio de parte de aquel hombre había llegado a su fin, ahora solo se encontraba descansando, recostado sobre una roca bastante incómoda, y más importante, ya no sentía sus piernas.

Hola chicos...— saludó a la muerte como una vieja amiga, esperando que lo llevara junto con ellos, quienes lo miraban con orgullo.

"¿Aún no es tiempo?" Pensó.

Su antiguo escuadrón y sus compañeros caídos estában de pie frente él, cabeza en alto, y puño en el corazón. Una lágrima corrió por su mejilla al verlos.

"Eh cumplido... Erwin..." sabía que su deber como el soldado más fuerte de la humanidad había concluído, pero si aún no estaba muerto, eso quería decir que su hora aún no había llegado.

Esto le dolió más que ver las almas de sus camaradas despidiéndose de él. Abandonándolo.

"Yo..." pensó, sin siquiera darse cuenta "yo... solo quiero estar en paz..." deseo con todas sus fuerzas cerrando sus ojos y apretando su puño sobre su corazón.

Tan grande fue su anhelo, que no notó a una jovencita parada junto a él, totalmente blanquecina, casi como si de un fantasma se tratara, que paseaba alrededor de los soldados. Pero al llegar a su lado se detuvo para escuchar aquel deseo.

Tanta fue la amargura de su corazón, que solo sintió anhelo de cumplir su deseo.

Deja vú.

Y sin que él lo notara, Ymir trazó una linea en la arena del suelo, colocando en letras antiguos una serie de palabras compuestas de números, cómo si de una línea del tiempo se tratara.

"Suerte" deseo Ymir, susurrando en su mente, a lo cual Levi no fue consiente hasta que no recordó mas nada, cayéndo en una oscuridad profunda.

...

𝐏𝐢𝐝𝐞 𝐮𝐧 𝐝𝐞𝐬𝐞𝐨 | 𝐋𝐞𝐯𝐢 𝐀𝐜𝐤𝐞𝐫𝐦𝐚𝐧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora