VIII
-¡Qué cojones! -, Smoke cogió la mirilla de la puerta -¡Acosador! -prorrumpió potestad removiendo el cerrojo.
-¡Patrón! Bella pena sostiene -. El hombre senil apuntaba a Martín por la línea meridiana que cruzaba las sienes -, espero no importunarlo ¿se encuentra Naomie? -dijo Martín bajo un tono muy elocuente pese ha encararse herido.
En cada apartamento una peculiaridad inconfundible, esta edificación era disfrute ornamental de la urbanización, cosa imperante o persuasiva contiguo se corrompe amistades, análogo al pasto ahogado por la lluvia y luego secada con cierta brusquedad...
-Serás monaguillo de... Don Villa Brava -agarrándolo del cuero e intentando escapar:
-Correcto, correcto. ¡Naomie! ¡Naomie!
Favor de evocar el portal que enjaula furros, dinosaurios prehistóricos y titanes olímpicos. Pero qué decoración más relativa y dígase en agraciada confidencia, asquerosa. Nuestro querido farolero no pudo eludir fácil el tambor batiente:
-ABUELO NO -... un latido inmediato.
-Abuelo, ¡abuelo detente! -, ésa rozogante voz removida de la garganta. -¡Déjalo quieto, apártate!
El padre impajaritable que de su mano cascó el filo del puñal en él. Esbozaba varias sonrisas de oro. Detrás..., quedaba la fragüa reverberante de suplencias catatónicas que siempre hacían rumiar su impetú...
-Maricón.
-Pa' la cama de una -le bramó Naomi meneando la cadera hasta quitarle la navaja. -¿Amor, estás bien?
Puntos... El vértigo cobró suerte de un mozo despavorido. Tara, nada de escalera parlanchina: ¡Encarnaba humanidad! Siendo la mejor amiga de Martín una basquetbolista semiprofesional que le acompañó los inicios de la aparición de los síntomas. Signos vitales cuya resonancia merma en la parfalia y enfatiza a coro con el yugo del qué es eximido por juicio usurpador. El mozo cae, la velita se alza.
-¿Por qué motivo?... -decía Tara convaleciente, junto a la pareja tendida en la base de la exasperación, azulejado en la penumbra de los sonidos fantasmales al pisar. -¡¿Es normal morar a oscuras?!
-... Mierda, mierda —empinó su cara de la de Martín, notó la presencia femenina hincada un lado -Adentro, ¡hay que llevarlo adentro!
* * *
Próxima actualización junio 10 de 2022.
La paciencia es virtud de aquel viviente que rinde algo parasítico como el tiempo milla a milla, porque de verse desplazado cual caminata llana, nunca hubiera tenido nada que esperar. Así pues, ser paciente amerita palabra honesta: nadie sabe con certeza que yace tras cada viviente y de su virtud tan afable, pero, no negamos existencia alguna, somos parte de partes y como él, seremos eterna compañía.