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Al día siguiente, lunes, todos se levantaron tarde, adoloridos de los músculos por el recorrido que habían dado el día anterior; no había sido tan largo, pero aun así se levantaron con ganas de seguir durmiendo. Con un gran esfuerzo, bajaron a desayunar para después dirigirse a la isla de la que les había hablado Miguel, no se apresuraron, querían disfrutar de su comida como se debía, saborear hasta el último ingrediente que había sido utilizado para elaborar tan delicioso alimento y en cuanto terminaron se pusieron en marcha. Después de una larga hora de camino, llegaron al tan esperado lugar, y Miguel tenía mucha razón cuando les dijo que el agua era muy cristalina.

Nadaron por un rato, podían ver a los peces de todos los colores acercarse a ellos, Joaquín tomaba fotos cada vez que podía, no quería olvidar ninguno de esos momentos vividos, quería consérvalos por siempre, el aroma, el sonido, las sensaciones, todo, quería que se quedara grabado en su memoria.

Comieron en ese lugar y después regresaron al hotel, no tan cansados como el día anterior, así que cuando iban en el transporte, Emilio deseaba con todas sus fuerzas que Joaquín se quedara dormido sobre su hombro, pero él solo le había sonreído cada vez que lo descubría mirándolo.

-Vaya, eso fue realmente increíble.- dijo Pablo acostándose en la cama con los brazos extendidos una vez que llegaron a su habitación. -Incluso pude ver cómo los peces nadaban entre mis piernas sin ningún miedo.- su emoción era cada vez más grande desde el primer día que habían llegado, no dejaba de maravillarse.

-Lo sé, fue realmente asombroso- dijo Lilia. -Joder, estas vacaciones son fabulosas- dijo en voz alta y se le ocurrió una locura.

Fue hasta la ventana de la habitación que daba a la piscina y gritó con todas sus fuerzas mientras los muchachos la observaban de manera divertida.- ¡¡ÉSTAS SON LAS MEJORES VACACIONES DE MI VIDA!!- las personas que se encontraban afuera y la vieron, al principio se extrañaron y uno que otro le dio un pequeño aplauso y los demás solo le sonrieron.

-Lilia, vuelve aquí, anda vamos- le pidió Joaquín mientras sonreía, la mirada de Lilia brillaba por la emoción, nunca se había sentido de esa forma, su corazón golpeaba como si quisiera salírsele del pecho, era tanta su emoción que se acercó hasta a Miguel y le dio un fuerte abrazo.

-Gracias Miguel, por todo esto, por habernos traído- le dijo con toda la sinceridad posible, Miguel rio ligeramente y también correspondió su abrazo.

-No tienen por qué agradecerme, me agrada que lo puedan disfrutar- le sonrió de oreja a oreja, Lilia no podía contener su emoción.

-Hay que celebrarlo, debemos celebrarlo- no podía contenerse.

-Cálmate Lili- Joaquín trató de tranquilizarla pero antes de que pudiera hacer nada, Lilia se dirigió al pequeño refrigerador que se encontraba en la habitación, tomó unos refrescos ya que eran los que estaban al alcance de su mano y los repartió entre sus amigos.

-Bien, bien. Hagamos un brindis- decía emocionada.

-¿Con refresco?.-le preguntó Pablo mirándola de forma extraña.

-Sí, con refresco, no seas aguafiestas y solo bébelo, ¿acaso no estás emocionado?- lo reprendió.

-Bien, entonces hagamos el brindis- la apremió Emilio.

-Ok, brindo por Miguel, porque sin él esto no habría sido posible, brindo por Pablo y Emilio por haberme acompañado hasta ahora en una larga amistad y haber aguantado mis locuras, y sobre todo por Joaquín, porque a pesar de todo lo que hemos pasado juntos, nunca has dejado de confiar en mí y me has enseñado que todos merecemos un lugar en este y en todos los mundos- una lágrima rebelde resbaló por la mejilla de Lilia y les sonrió a todos y cada uno de los que estaban ahí presentes. -Por los amigos.- concluyó con la voz quebrada.

Juguemos a ser novios [Emiliaco](adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora