→𝐗𝐕: 𝐐𝐮𝐢𝐳𝐚́𝐬 𝐞𝐧 𝐨𝐭𝐫𝐚 𝐯𝐢𝐝𝐚...

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Ya nada estaba bien, todo se caía a pedazos ante sus ojos. Ya no tenía el deseo de existir, la única cosa que tenía en mente era irse de esa vida.

Alzó la mirada, frente a ella se elevaba un edificio elevado. Con ojos opacos, se decidió mentalmente. Camino adelante, abriendo las puertas del edificio, y subiendo las escaleras sin rumbo. La gente la miraba extrañada, puesto que estaba empapada.

Subió las escaleras pasó a paso con lentitud, lagrimeando, recordando cada momento feliz de su vida. No se iba a echar atrás, estaba harta...

Llegó a la azotea, y aunque ponía claramente en un cartel "No pasar" ella abrió la puerta y pasó tras esta.

La lluvia volvía a golpear su cuerpo, se acercó con pasos cortos al borde, y asomó la cabeza para ver que había altura suficiente como para llevara a la muerte.

Tomó su teléfono móvil, quería despedirse de la persona más especial de su existencia, quería al menos, escuchar su voz una última vez.

Busco entre sus contactos su nombre, y marco. Se esperó un par de tonos hasta que su voz dulce la respondió.

—¿Diga?— preguntó la peli bicolor 

—Quiero disculparme, Mitsuri-chan...— se limitó a decir, mirando la iluminación de la ciudad y la lluvia caer.

—¿Quien eres?— preguntó la mayor a través de la línea.

—Eso ya da igual, ni yo se quien soy ni que será de mi.—negó la fémina.

—¿Disculpe?—

Sollozó, apretó el puño de su mano izquierda, llorando.

—Solo quería recordarte lo mucho que te amo, has sido una muy buena amiga, y te debo muchísimo por todo lo que has echo por mi... Recuérdalo, por favor... Recuérdame...—

—¿Por qué lloras? ¿Quien eres?— intento decir la joven, preocupada. 

—Me he odiado a mi misma toda mi vida.— se comenzó a descalzar, subiéndose a la barandilla y mirando el vacío bajos sus pies.— Ver las estrellas era lo único que me hizo feliz... hasta que llegaste tu... tu eres mi estrella, mi luz, mi camino...—no se lo creía, lo iba a hacer, lo que no había tenido valor de hacer en toda su existencia...— Me harté de mirar las estrellas por una simple ventana, y me harté hasta de vivir sin ti...—

—¿Yumeko? ¡Oh Dios! ¡¿Donde estas!?—

—Muchas gracias, de verdad... Quizás en otra vida, podamos estar juntos de nuevo... sin engaños ni mentiras, quizás en esa otra vida pueda estar siempre junto a ti, y junto a Sanemi.—

—¡Yumeko! ¡No cuelgues! ¡¿Dime donde estas?!—exclamo, alertada la fémina.

Ella ignoró su petición y terminó la llamada. Tiró el teléfono a un lado, y sonriente se lanzó...

Sintió como volaba en el aire, cada recuerdo de su vida pasaba por su mente. Sus amigos, Genya, Shizu, Nemi...

Cerró los ojos cuando vio el suelo cerca, y al chocar contra el frío y mojado suelo de la acera, todo se volvió negro.

No sabía que era lo más confuso, que lo último que recordaba era estar descalza en una azotea a punto de suicidarse, o aparecer repentinamente tumbada en un prado lleno de flores hermosas. 

Miró sus manos, pero estas eran mucho más pequeñas que de lo normal. Se incorporó rápidamente y miró a los lados, encontrando a un chico sentado a su lado, haciendo lo que parecía ser una corona de flores. 

—¿Quien eres?— preguntó la chica. 

Se llevó la mano izquierda a la garganta, atemorizada, porque su voz sonaba mucho más aguda de lo que en realidad era. 

El chico a su lado giró su rostro confuso, ladeando su cabeza. 

—¿Que dices tonta? ¿Acaso haberte quedado dormida al sol te ha frito el cerebro?— replicó el chico. 

Ahora que lo miraba bien, tenía un cierto parecido a Sanemi, cabello albino, cicatrices por el rostro y unos ojos color ciruela. 

Ella no dijo nada, siguió mirando estupefacta la figura infantil del chico que fue el amor de su vida. 

—¿Donde estamos?—

—En el más allá, o como lo llamen.— este se encogió de hombros. 

¿Había muerto? Si bien la idea no la desagradaba, era confuso. Porque si bien Sanemi no había muerto, ¿que hacía él ahí? 

—¿Tu también?— 

Este se rio. 

—No que va, el Sanemi de la otra vida si, pero él que tú conoces no.— explicó.

—Entonces tú eres el Sanemi de la otra vida... pero pareces muy, joven.—

El pequeño Albino siguió entrelazando los tallos de las flores, parecía estar muy concentrado en ello, pero estaba siendo muy bruto, hasta el punto de arruinar la corona. 

—¡Mierda! ¡¿No se como lo consigues hacer tu?!— 

Sintió sus ojos humedecerse... era tan familiar... 

"—Oye, ¿tienes hambre?— preguntó una niña, tendiendo un onigiri al chico herido que tenía en frente. 

El chico lo tomó, y está se sentó a su lado, mientras que observaba al crío comerse la bola de arroz con una sonrisa. 

—Mi nombre es Yumeko, ¿cual es el tuyo?—

—Sanemi, Sanemi Shinazugawa."—

Ya hubo otra vida en la que lo conoció, en la que vivieron juntos. ¿Pero como acabo? 

Se esforzó en recordar, masajeando sus sienes tratando de ayudar con el proceso. 

"El mismo chico de antes, ahora siendo adulto y más herido apretaba su mano con fuerza sobre su pecho herido. 

—No me dejes solo, te lo suplico. Ya me han quitado a Genya, no quiero perderte a ti, no quiero.— suplico el chico mientras lloraba. 

No tenía fuerzas ya ni para respirar, y con todo lo que pudo reunir sonrió, le dio la más amplia sonrisa que jamás imagino, una sincera y cargada de amor, y así dejo de nuevo atrás ese mundo."

Se sintió culpable, hasta el punto de no poderlo soportar y acabar llorando. 

—¿Por qué nos has vuelto a abandonar?— preguntó el pequeño Sanemi, con el que vivió en su otra vida. 

Porque vivir una vida sin sentido no merece la pena...



𝕬𝖍𝖔𝖗𝖆 𝖘𝖎, 𝖋𝖎𝖓

Quería narrar como se sintió la rayis antes de morir, para aumentar el dolor, je. 

Si tenéis preguntas os las responderé ^^ 

Gracias por leer ❤️

【꒰꒰𝐌𝐢𝐬𝐬 𝐰𝐚𝐧𝐧𝐚 𝐝𝐢𝐞】 || 死にたいミス || ᔆᵃⁿᵉᵐⁱ ˣ ˡᵉᶜᵗᵒʳᵃDonde viven las historias. Descúbrelo ahora