➝𝐈 : 𝐋𝐚 𝐜𝐡𝐢𝐜𝐚 𝐜𝐨𝐧 𝐥𝐨𝐬 𝐨𝐣𝐨𝐬 𝐝𝐞 𝐝𝐢𝐬𝐭𝐢𝐧𝐭𝐨 𝐜𝐨𝐥𝐨𝐫

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Otro día en la vida de Shinazugawa Sanemi, la gente lo denomina como un amargado y un matón, pero en el fondo no es nada más que meros rumores. Si que es verdad que se ha metido en peleas, pero nunca dentro del centro educativo, y tampoco muy a menudo.

Caminaba de vuelta a casa, después de una larga jornada de clases. Estaba cansado por la falta de sueño, no había dormido en toda la noche, ya que se la había pasado estudiando para el examen de geografía que tenía.

Un chillido le sacó de sus pensamientos, era un grito que pedía ayuda. Camino rápido hasta el lugar donde lo había oído. Encontró a una chica, siendo acorralada por un hombre mucho más alto que ella. Eso lo sacó de quicio.

Este tocaba las partes más sensibles de su pequeño cuerpo, la otra del miedo temblaba e intentaba zafarse de su agarre, pero le fue imposible.

El albino se abalanzó sobre el otro sujeto, pegándole hasta dejarlo inconsciente. Se manchó la ropa de sangre, pero eso era lo que menos importaba. Giró su cabeza, y vio a la fémina. Sus miradas chocaron, y se fijó mejor en ella.

Su pelo era azabache, medianamente largo, estaba algo revuelto, su flequillo estaba alborotado, sus ojos eran bicolores, un hecho que extraño al chico.

—¿Estás bien?— preguntó el de las cicatrices mientras se sacudía las manos.

La chica asintió tímidamente. Hizo una pequeña reverencia, en forma de agradecimiento.

—No es nada, ándate con más cuidado. Has tenido suerte de que pasara por aquí.—

La chica se avergonzó un poco, pero aún así asintió.

—¿Vives cerca?— preguntó, el albino.

La chica asintió de nuevo.

—¿Te ha comido la lengua el gato o que? ¿Sabes hablar?— dijo molesto.

La fémina suspiró.

—Se hablar, solo... no me gusta hacerlo.—respondió.

El albino chasqueó la lengua, y se dejó guiar por la fémina. Por suerte, vivía bastante cerca de él, no más de dos calles menos.

Caminaban juntos, Sanemi llevaba ambas mochilas para acelerar el paso.

—¿Nos conocemos de antes?— pregunto el mayor.

La fémina tardó en contestar, eso ponía de los nervios al albino.

—Lo dudo, no suelo salir de casa, y esta ha sido la primera vez que he ido al instituto en meses... Pero yo también he tenido esa sensación...— respondió.

El resto del camino fue puro silencio. La chica no abría la boca y el chico no sabía que tema de conversación sacar.

—Aquí es, muchas gracias.—

La joven hizo una reverencia y sacó sus llaves.

—Como sea, ten cuidado la próxima vez que salgas.—indicó el chico.

La chica sonrió levemente al joven y entró en su casa.

Fue a su casa, no estaba lejos la casa de esa chica de la suya, solo dos calles de mas, por lo que no tardo en llegar y no tuvo problemas con su madre.

—¡Ya estoy en casa!— saludo nada más entrar, se quito los zapatos y los dejo apartados en la entrada. Entro en la casa y paso a la sala. Donde estaba su madre tomando té y sus hermanos menores viendo la televisión.

—Sanemi, cariño, ¿que tal el instituto?— preguntó su madre a su hijo.

—Como siempre, supongo.— respondió dejando su mochila en el suelo.

【꒰꒰𝐌𝐢𝐬𝐬 𝐰𝐚𝐧𝐧𝐚 𝐝𝐢𝐞】 || 死にたいミス || ᔆᵃⁿᵉᵐⁱ ˣ ˡᵉᶜᵗᵒʳᵃDonde viven las historias. Descúbrelo ahora