Vin Jin comienza a confundirse respecto a un chico. No sabe que desea de él, ¿es que acaso ese muchacho le gusta? No tiene idea, y no piensa admitir que es así.
Había creido seriamente que era una chica, pero resulto siendo un chico nerd.
Se niega...
— Me duele el estómago... — Dijo el pelirrojo con sus manos en su abdomen.
— ¿Desayunaste hoy? — Le pregunto Jace mientras comía el almuerzo.
— Sabes que nunca desayuno... — Le recordó frunciendo el ceño, se enderezó para comer a comer pero sintió otra punzada en el. — Ugh... ¿crees que este embarazado? — Pregunto, recibió un golpe en las costillas. — ¡La puta madre! ¡Dejá de golpear, pelotudo! — Grito molesto.
— No te entiendo si no hablas bien. — Reprocho con una sonrisa de burla.
— Xenófobo de mier... — Se Interrumpió, sintiendo algo subirse por su garganta. — Buag... — Soltó un quejido antes de vomitar accidentalmente encima del regazo de Jace.
— ¡Ah! ¡Lo hubieras hecho alla! — Grito furioso el pelinegro agarrando al más enano del cuello de la camisa.
— Te diría que lo lamento... pero no lo hago, te lo mereces por xenófobo.
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— En verdad lo siento, señor... — Se disculpó Elías con el conserje que había limpiado el suelo.
Luego de lo había pasado, el pelirrojo se tendría que quedar en la enfermería por un momento para descansar, además de que le habían dado unos dos pastillas para mejorarse.
— Ah... — Suspiro acostado en la camilla, mientras tanto veía unas cosas en su celular.
Escucho a alguien tocando la puerta, pero decidió ignorarlo, y parecer dormido.
Sintió como la persona caminó hasta él, y al parecer, cuando lo vio descansando, se fue de allí, en ese momento él abrió los ojos y volvió a su celular.
No tenía nada que hacer mientras este allí, y lo peor, no le habían dado la cama con la ventana a su lado.
"Que sentido tiene estar aquí, si no me pusieron en la ventana...", pensaba con enfado, fácilmente podría haber acostado allí, pero cuando lo intento la enfermera lo había encontrado y lo regañó.
Los minutos pasaron, paso el rato jugando minecraft en su celular, murmurando maldiciones y quejas mientras jugaba acostado sobre su estomago.
Poco después, llego la enfermera.
— Bien... como ya te encuentras mejor, ya puedes irte. — Le dijo la mujer mayor, mientras él se levantaba de la cama.
