capítulo tres

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El ruido en la cocina era incesante, era algo a lo que los trabajadores estaban acostumbrados.

La cocina no era sólo el lugar donde preparaban las majestuosas tartas para los bailes o donde los sirvientes se reunían para comer, era un lugar especial para todos los del castillo. Allí hablaban, bromeaban, se reían y compartían los jugosos cotilleos que corrían por los pasillos de palacio.

"Quiero menos resoplidos y más mover la varilla, señorita." Le ordenó el señor Hensen, el apuesto y joven chef de la reina, a una de las ayudantes de cocina.

El señor Hensen había conocido a Draco cuando el omega tan sólo tenía dieciocho años y el diminuto omega se quedó perdidamente enamorado de los platos del señor Hensen. Desde que el alfa preparaba los platos de la reina, su ilustrísima majestad no aceptaba bocado de otro plato que no hubiera sido cocido, hervido o triturado por el señor Hensen.

En la cocina todos trabajaban y había muy buen ambiente. El señor Hensen podía ser bastante estricto con su trabajo porque sólo quería las mejores comidas para Draco, pero con la gran mayoría del servicio de palacio se llevaba bien. Era una especie de extraña y gran familia.

El ruido de las cucharas chocando con los cuencos de aluminio repiqueteaba, el aceite hervía en las sartenes y saltaron chispas cuando el tocino se echó.

"¿Qué está haciendo, señor Hensen?" La curiosidad pudo con la joven y encantadora señorita Minerva, que pasaba por allí haciendo guardia.

El señor Hensen la miró. Había sacado aquella cacerola del fuego y vertía el contenido en una elegante tetera de aluminio.

"Noto a su majestad bastante disgustado." Le dijo el alfa. "Y he aquí el remedio para los omegas indispuestos, la cura para cualquier malestar en un omega."

Ella alzó las cejas.

"¿Y de qué se trata?"

"Le chocolat." Pronunció en francés. "Aussi doux que notre reine."

Una pequeña sonrisa se curvó en los labios de la joven.

"Su majestad dice que no desayunará." Lena llegó con aspecto bastante fatigado. El chef y la lavandera la miraron. "Insiste en quedarse a solas."

El chef frunció el ceño, y Minerva y él compartieron una mirada. Lena se apoyó en una de las sillas de la cocina, solía ser bastante sensible a los días nublados porque le causaba dolor de cabeza.

La joven sirvienta ayudó a la Baronesa a sentarse mientras que Charles se cruzaba de brazos, pensativo y desconcertado.

"¿La reina no tiene hambre?" Volvió a cuestionar el chef. "¿Ni siquiera un poco de apetito?"

"Ha insistido bastante." Suspiró Lena con tristeza, y Minerva le acarició el hombro para reconfortarla. La Baronesa se preocupaba mucho por Draco, tanto como si fuera su cría. "Dice que está perfectamente, pero sé que algo le pasa."

"Ayer estaba bastante tenso." Comentó la sirvienta, que se había acercado al grifo para llenar un vaso de agua que darle a la Baronesa Lena. La mujer se lo agradeció con una pequeña sonrisa.

"Salió a montar a caballo con el brujo." El señor Hensen frunció el ceño. "Lo oí discutir con el primer ministro de la reina."

"Tuvieron un pequeño e insignificante enfrentamiento entre alfas." Lena bebió otro sorbo de agua. "La reina no se encuentra mal por el brujo, señor Hensen. Según tengo entendido, la duquesa tiene previsto invitar al príncipe del Norte a palacio."

"Creía que nuestra joven reina no tenía pensamiento de casarse con su primo."

"Y no lo hacía, señor Hensen. Pero algo le ha hecho replantearse las cosas, aparentemente."

Queen [harco]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora