capítulo siete

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Dash solía lamerle la cara cuando dormía a los pies de la cama de su dueño.

A Draco no le importaba, incluso lo hacia despertar de buen humor. Dash era pequeño, peludo y muy suave, había estado durmiendo a los pies de la cama de la reina durante, prácticamente, toda la estancia de Draco en palacio.

Pero aquella mañana no se despertó por las lamidas de Dash, ni por los ladridos. Un cuerpo, grande, pesado y musculoso, estaba recostado en el lado que siempre había estado tristemente vacío.

Draco se removió y se acercó en busca de ese agradable calor tan inusual. Parpadeó torpemente cuando se despertó para aclarar la vista, y se topó con los ojos y el cuerpo de Harry. El alfa lo miraba con tranquilidad, tan plácidamente que resultaba inofensivo.

Ninguno dijo nada, Harry  parecía tan consciente y despierto que el omega dudó que hubiera cerrado los ojos y dormido en algún momento de la noche. Se preguntó, solo durante un segundo, cómo de dura era la vida de Harry.

Nunca antes había conocido a un brujo, pero estaba seguro de que matar a monstruos tan aterradores no debía ser un trabajo agradable ni fácil. El brujo le había asegurado que nunca se quedaba en un lugar por más de dos días, que debía de estar en movimiento y que constantemente viajaba.

Las tabernas no eran tan cálidas como el lujoso y espacioso comedor de palacio, y las camas de una posada no rozaban ni de lejos la comodidad del colchón de las camas que habían allí. Draco estaba seguro de que no soportaría la vida nómada de un brujo, su naturaleza como omega lo hacía desear un hogar seguro donde anidar y acomodarse. Sentía tanta compasión por Harry, porque aquel brujo parecía no conocer la existencia de la palabra hogar en su diccionario.

Draco admiró su rostro lo mejor que pudo. Era tan temprano que aún estaba oscuro, Draco no tenía ni la más mínima idea de qué hora era pero no le preguntaría a Harry, no deseaba romper aquel silencio.

Los ojos de Harry siempre habían sido brillantes y atrayentes, tenían algo que hacían que Draco quisiera mirarlos fijamente porque se podía ver reflejado en ellos.

Podía sentir las manos de Harry sosteniendo su cuerpo cerca porque Draco había sido el primero en acurrucarse. A Draco le gustaba mirar a Harry, pero se empezaba a poner nervioso cuando Harry lo miraba a él de esa forma. No sabía describir o explicar qué era esa mirada, ni tampoco tenía el valor para preguntarle a Harry el por qué de esa mirada. No sabía qué era, pero le gustaba y también lo abrumaba.

Las jóvenes omegas que se casaban le aseguraban a Draco que no había nada más excitante que ver el deseo en los ojos de un alfa. Draco creía que aquello era ridículo, pero no tenía ni idea de que podía provocar tantísimas cosas.

"Buenos días." Murmuró Draco en voz baja. No quería decir nada porque el silencio que había era demasiado agradable para interrumpirlo, pero Harry podría descubrir lo nervioso que se ponía Draco a su lado si no desviaba la atención.

"Hmm." Fue todo cuanto murmuró el brujo.

"No es que yo sea muy crítico, ¿pero has dormido algo esta noche?" Le preguntó Draco con genuina curiosidad.

"No puedo dormir." Reconoció Harry con el mismo tono de voz, indiferente. "Problemas de insomnio."

Draco se ruborizó un poco al pensar en la pequeña posibilidad de que Harry hubiera sido testigo de sus ronquidos, patadas y tontos balbuceos de noche. Su madre siempre le dijo que solía dar muchas patadas mientras dormía, que por ser un omega tan nervioso era incapaz de estarse quieto aunque estuviese durmiendo.

"Oh, ya veo." Murmuró, e intentó disimular su vergüenza como mejor pudo. "Puedo preguntarle al señor Fitzroy algún consejo para tu insomnio. Es el médico de la familia real, de los mejores que hay."

Queen [harco]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora