Part 4

29 2 0
                                    

- ¿Quién es esta persona?

Mire en todas direcciones pero no faltaba nada. Un hombre desconocido había entrado a mi casa y estaba segura de eso. Sin embargo todo está intacto. Todo, excepto yo... que desperté en el pasillo de la cocina nuevamente con el cuello adolorido. Asustada por lo que había sucedido; trate de buscar alguna anormalidad en mi cuerpo, pero fue mi sorpresa al no encontrar nada.

-Tengo que salir de aquí ya, no puedo pasar una noche mas en este departamento

Subí rápidamente al dormitorio para coger algo de dinero, calzado y una chaqueta. Pensaba alojarme en algún hotel lo más alejado posible de mi departamento; estaba lo suficientemente asustada como para quedarme ahí y que haya posibilidades de que ese hombre volviera. Bajaba las escaleras los más rápido posible mientras trataba de encontrar algún hotel en línea desde el celular.

-Es de mala educación irse sin despedirse ¿Sabes?- mi piel se erizo y un escalofrio recorrio mi cuerpo desde el inicio de mi espalda hasta la punta de mis pies.

Al levantar la mirada mi temor se hizo presente. El mismo hombre que había entrado a mi casa durante la madrugada se encontraba parado, bloqueando la puerta principal. El miedo se hizo presente en mi por consecutiva vez.

- Es una pena, ya que apenas nos conocemos- dijo bufón

-¡¿QUÉ ES LO QUE QUIERES?!- Dije temerosa y al borde del llanto - ¿Por que me haces esto?

Con el corazón latiendo desbocado mientras el hombre se acercaba con paso lento pero seguro. La habitación parecía encogerse a su alrededor, atrapándola en una pesadilla palpable de la que no podía escapar. Busque desesperadamente una salida, pero mis movimientos eran torpes y lentos, como si estuviera atrapada en un sueño oscuro y opresivo.

—No... no te acerques más —susurró, retrocediendo lentamente hacia la pared detrás de ella.El hombre sonrió con malicia, disfrutando de su terror palpable.

—¿Por qué huyes, humana? —preguntó él, su voz resonando con una melodía siniestra.

Dian tragó saliva, sus ojos llenos de pánico mientras su mente corría desesperadamente en busca de una solución. Se topó con la pequeña mesa en medio del departamento donde yacía un cuchillo de cocina. Lo agarró con manos temblorosas, sintiendo el frío metal contra su piel.

—¡Quédate donde estás! —grité, intentando infundir más valentía en mis palabras de lo que sentía.

El hombre se detuvo por un momento, observándole con una mezcla de diversión y anticipación. De repente, con un movimiento rápido como un relámpago, se lanzó hacia ella. Dian intentó apuñalarlo con el cuchillo, pero él fue más rápido y desvió su brazo con un movimiento casi casual.

El cuchillo cayó al suelo con un tintineo sordo mientras ella retrocedía, su espalda golpeando la pared. El se acercó aún más, su aliento frío llenando el espacio entre ellos.

—Tan valiente, pero tan débil —murmuró, acercándose más, sus ojos fijos en mí con una intensidad hipnótica.

Dian cerró los ojos con fuerza, preparándose para lo peor. Sintió la presión de sus dedos fríos y duros en su cuello, una promesa silenciosa de lo que estaba por venir. Con un susurro inaudible, el hombre comenzó a inclinarse hacia adelante, su pálida tez brillando a la luz débil de la sala.

Entonces, un destello de desesperación la inundó. Con una última ráfaga de energía, Dian levantó el cuchillo  y lo apuñaló con todas sus fuerzas en el pecho de aquel. El metal se hundió profundamente, pero en lugar de sangre, solo encontró una risa burlona y fría.

—¿Crees que eso puede hacerme daño? —susurró él, con una sonrisa maliciosa en sus labios mientras se apartaba del cuchillo incrustado en su pecho.

Dian retrocedió, su mirada fija en el arma inútil que sostenía en sus manos temblorosas

Mis ojos se agrandaron al presenciar dicho suceso, no podía creer lo que estaba pasando ¿Cómo era esto posible?  incrédula y llena de pánico corrí hacia la puerta; pero al intentar abrirla una desesperación inimaginable me inundó al ver que estaba trabada, la forcejé tanto como pude mas sin embargo mis intentos solo fueron en vano. No logré abrirla... Solo pensé en gritar por auxilio, pero cuando estaba a punto de hacerlo. Una mano fue directa a mi hombro, el cual con una fuerza bastante brusca me hizo girar quedando de espaldas a la puerta, fue inevitable mirar aquellos ojos.

Si hubiera tenido que buscar la manera de describir esa escena diría que provocaba un terror absoluto, me miró con detenimiento y en ellos solo había oscuridad; unos ojos inexpresivos pero amenazantes. Su rostro permanecía ensombrecido y cautivador. Mi corazón cada vez más pesado y temeroso daba vuelcos al borde de un infarto.

Continuará...




Besos de Color CarmínDonde viven las historias. Descúbrelo ahora