Parte 11

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Deane, con el corazón latiendo frenéticamente y el cuerpo temblando de calor, obedeció la orden de Rowan, su mente ya al borde de la desesperación total. Mientras desabrochaba lentamente cada botón de la parte superior de su atuendo, el frío aire de la habitación contrastó con el ardor que sentía en su piel, haciendo que su cuerpo se estremeciera aún más. Retiró su camisa con la misma lentitud con la que la desabrocho y finalmente la dejó caer al piso.

Rowan observó con una mezcla de fascinación y satisfacción mientras Deane se exponía ante él. Su mirada se deslizaba por el cuerpo de la joven, notando cada pequeño signo de su sometimiento.

Cada movimiento de ella era una prueba de su resistencia y Rowan no perdía detalle. Su expresión era la de un maestro observando el fruto de su obra, una satisfacción cruel y calculada que se manifestaba en su mirada.

-Eres más fuerte de lo que imaginé -dijo Rowan en un tono que mezclaba admiración con desprecio-. Sin embargo, incluso la mayor fortaleza tiene sus límites.

Deane, con el corazón latiendo desbocado, sintió el frío aire en su piel expuesta, pero el calor interno seguía siendo una tortura constante. Cada respiración era una lucha, y el malestar y la angustia se acumulaban en su cuerpo y mente. La sensación de vulnerabilidad y el peso de la situación la abrumaba.

Rowan se acercó a Deane con pasos calculados, su presencia era una sombra opresiva en la habitación. Acortando la poca distancia que se mantenía entre ellos, levantó la mano y la dirijo al cuello de la chica. Su toque era demasiado frío, pero no bastaba para apaciguar el sofocante calor que se producida en su cuerpo.

Dando una pequeña caricia apartó el mechón de cabello que reposaba sobre el hombro de la chica,exponiendo su piel al contacto helado de sus dedos.

-Eres valiente, Deane -dijo Rowan con un tono que oscilaba entre la admiración y la burla-. No es fácil soportar lo que estás experimentando.

Rowan, con una precisión inquietante, empezó a trazar patrones con la yema de sus dedos en la piel expuesta de Deane. Cada toque era como una caricia gélida que se sumaba a la tormenta interna que sentía. El contraste entre el frío y el calor intensificaba su malestar, mientras su mente seguía siendo asediada por visiones perturbadoras y un dolor constante.

Deane luchaba por mantener su compostura mientras el toque de Rowan la hacía sentir más expuesta y vulnerable. Las sensaciones se entrelazaban en su mente, creando una confusión que la sumía en una desesperación creciente. El calor que sentía en su cuerpo y el frío que la tocaba en momentos inoportunos la hacían sentir como si estuviera atrapada en una pesadilla interminable, con Rowan como su único y cruel anfitrión.

La combinación del calor abrasador que la atormentaba y el frío gélido de los toques de Rowan era una tortura abrumadora. La sensación de estar atrapada en una pesadilla interminable la empujaba hacia un estado de casi completa desesperación.

-Por favor... -susurró Deane con voz temblorosa, el tono cargado de una desesperación sincera-. Ayu... ayúdame. El calor... no puedo soportarlo más.

Rowan, al escuchar la súplica de Deane, experimentó una oleada de éxtasis cruel. Su sonrisa se amplió, el negro de sus ojos, antes fríos y calculadores, se tornaron de un rojo perturbador, como si se alimentarán de la desesperación de la joven. La transformación en sus ojos era un reflejo de su emoción, una mezcla de satisfacción y deleite al ver cómo su juego psicológico estaba funcionando a la perfección.

-Mira cómo cedes, Deane -dijo Rowan con una voz que resonaba con un tono cargado de una satisfacción casi sensual, como si estuviera saboreando cada segundo de la desesperación que había sembrado.

Rowan extendió la mano y pasó los dedos fríos por el rostro de Deane, trazando líneas gélidas que contrastaban violentamente con el calor persistente en su cuerpo.

-Puedo ofrecerte un alivio -continuó Rowan, su voz casi un susurro seductor-, pero recuerda, lo que obtienes viene con un precio. Un alivio que no solo calma el fuego dentro de ti, sino que también añade una nueva capa a tu sufrimiento.

Deane, desesperada por cualquier forma de alivio, inclinó la cabeza ligeramente, sus labios temblando al pronunciar unas palabras apenas audibles.

-Por favor... hazlo.- con el corazón latiendo frenéticamente y el cuerpo temblando de agotamiento, había cedido completamente. Sus ojos, llenos de lágrimas y miedo, reflejaban su derrota y vulnerabilidad.

Rowan, sonriendo con una mezcla de triunfo y placer, se acercó aún más. Su piel era pálida y su presencia emanaba una frialdad que parecía tener un efecto sedante en comparación con el calor que Deane sentía. El vampiro se inclinó hacia ella, sus colmillos afilados y resplandecientes en la luz tenue de la habitación.

Con movimientos precisos y deliberados, Rowan mordió el cuello de Deane, hundiendo sus colmillos en la carne con una habilidad que combinaba dolor y placer. El dolor inicial fue agudo, una punzada que hizo que Deane se retorciera involuntariamente. Pero pronto, una sensación fría y extraña comenzó a extenderse desde el punto de mordedura, inundando su cuerpo con una ola de alivio que era a la vez inquietante y bienvenida.

El contraste entre el ardor interno y el frío de la mordedura creaba una experiencia perturbadora. El calor abrasador en su interior comenzó a ceder lentamente, siendo reemplazado por una sensación de frescura y calma que estaba cargada con una nota de sumisión. Mientras Rowan bebía de su sangre, Deane sintió cómo el calor se disipaba, pero también cómo una nueva sensación de debilidad y dependencia se apoderaba de ella.

Rowan, absorbiendo la sangre de Deane con una mezcla de deleite y necesidad, mantuvo su mirada fija en la joven. Cada trago parecía intensificar la sensación de control y poder que tenía sobre ella. Finalmente, se apartó con un suspiro satisfecho.

- ¿Satisfecha?-dijo Rowan en un susurro cargado de una amenaza velada-

Deane, con el cuerpo temblando y el rostro pálido, miró a Rowan con una mezcla de alivio y horror. La mordedura había calmado el calor que la atormentaba, pero también había dejado una sensación de sumisión y debilidad que la hacía sentir aún más vulnerable.

Rowan, al ver la expresión en el rostro de Deane, se sintió completamente satisfecho. La joven había pasado por un ciclo de tormento y alivio, y el resultado final era una resignación que Rowan había buscado desde el principio. La batalla por su voluntad había terminado, y el dominio de Rowan estaba ahora firmemente establecido.



Continuará...



Besos de Color CarmínDonde viven las historias. Descúbrelo ahora