¿Y si te dijera que no?

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Cinco días en la finca con sus noches y sus días y cada vez se sentía más cómoda. Su mirada seguía siendo desafiante; muchas veces creyó que borraría de sus ojos ese gesto, pero luego volvía a resurgir innato y le demostraba que aún existía esa rebeldía, y esa prepotencia sutil que mucho tiempo atrás le habían enganchado.

«Algún día volverán a salir, volverás a ser tú»

Arizona sonrió y ella inclinó la cabeza a la derecha con curiosidad.

-Vaya. -Se quedó pensativa unos momentos-. Hoy estás rebelde, quizá empiezas a perder la vergüenza y el miedo. Quién sabe...

El día que habían marcado su nalga la amaba durante toda la noche, llenándola de ternura; los días siguientes le daba una tregua. Arizona había pasado mucho tiempo observándolos a todos, comprendiendo la humanidad que a veces dejaban entrever.

-¿Qué pretendes conseguir? -le preguntó.

Calliope miró por la ventana y sonrió.

-Podría darte tantas respuestas que no sabría por dónde empezar.

-¿Y si un día te dijera que no?

Una suave carcajada cortó el silencio; meneó la cabeza de derecha e izquierda y se encogió de hombros.

-También tengo muchas respuestas a esa pregunta. -Se acercó a ella y levantó su cabeza apoyando su mano en la barbilla.

-No me dices mucho con esa respuesta.

-Pues entonces tendrás que decir «no» alguna vez para saberlo.

Bajó la mirada; le resultaba muy difícil mantenerla frente a ella. Poseía una prepotencia que la hacía débil y ella lo sabía.

-Que me digas «no» no me sentará mal, princesa. Todo lo contrario.

«Cuidado» . Su mente empezó a funcionar a cien por hora y escuchó su propia conciencia: «Mira sus ojos, brillan demasiado, algo quiere de ti»

-Eso es lo que me gusta de ti -dijo en su oído-. Mientras las demás se ponen de rodillas porque disfrutan, tú lo haces porque no te queda más remedio...mi amor...

-No siempre te resultará tan sencillo -dijo digna. Esbozó una sonrisa y la besó.

-Eso espero...

Un golpe en la puerta interrumpió su conversación. Mark entró acompañado
de su eterna sonrisa y la besó en la mejilla. Salió con Callie al balcón y mientras hablaban ella se zambulló en sus pensamiento. Quería a Mark con toda su alma, cada vez que lo veía sentía una calma infinita y la seguridad de que su presencia calmaría los posibles castigos que vendrían de Callie. Sintió un estremecimiento cuando Callie le dirigió una mirada mezquina y Mark bajó la cabeza con gesto de desasosiego. Volvieron a los pocos minutos y sin mediar palabra Callie sacó un pañuelo negro del bolsillo y le cubrió los ojos con él.

-¿Qué haces? -preguntó.

-Acompáñame, voy a contestar tu pregunta.

¿Por qué no podían comportarse como seres normales, al menos un día entero? Tiró de su mano y la sacó al pasillo; caminó con torpeza y perdió el hilo de la realidad hasta que sus pies tocaron la fría piedra y supo que descendían a la galería. Mark la adelantó, olió su perfume, sintió su mano en la cabeza y cuando elevaron sus brazos y la anclaron a «algo» en el techo, empezó a ponerse nerviosa.

-Tranquila, Arizona. -Sintió su voz detrás de ella y ladeó la cara-. Estoy aquí.

-Callie, esto no tiene gracia. ¿Qué van a hacer?

De rodillas. (Calzona +21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora