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Michael odiaba a Roger. Lo supo desde el primer momento en que lo tuvo entre sus brazos; Sabía que jamás podría amar a esa cosa rosa y arrugada que movía sus manitas como buscando un poco más del calor que su padre podía darle.

Le daban ganas de soltarlo apenas lo cargaba y aquello resultaba extraño para todos, incluyendo doctores y enfermeras, pues habían notado que el pequeño había nacido con un don, y es que Roger tenía la increíble capacidad de hacer que todo aquel que lo viera, se enamorara de él. Bastaba solo un gesto para que cayeran rendidos ante su belleza y ternura

Durante los dos días que estuvieron en el hospital, su esposa no podía estar más contenta. Era obvio, pues por fin podía sostener al angelito que habían llevado en su vientre durante 9 meses, así que estaba feliz, aunque el nacimiento de Roger estuviera rodeado de algunas cuantas complicaciones: Al principio se creía que la señora Taylor jamás podría quedar embarazada, o al menos eso fue el diagnóstico que un médico de confianza le había dado al matrimonio.
Su mujer estaba tan ilusionada que después de muchas súplicas logró convencerlo de ambos hacerse una prueba de fertilidad. Enorme fue su decepción y tristeza al enterarse de la desgarradora noticia

Estaba destrozada, pero Michael no podía estar más feliz.

Pasaron meses hasta que por fin su matrimonio pudo regresar a la normalidad después de semejante descubrimiento y es que no todo fue malo siempre, en realidad él solía ser un buen esposo que cuidaba y amaba a su mujer; la escuchaba y apoyaba en todo, excepto en una cosa.

Michael no quería ser padre.

Winifred lo sabía y aunque eso a veces la desanimaba, no perdía la esperanza de que algún día cambiaría de opinión y ambos podrían hayar la manera de hacer su pequeña familia un poco más grande. Por ello, después de años y años anhelando con todas sus fuerzas poder algún día convertirse en madre, enterarse de que Roger estaba en camino fue el momento más feliz de su vida, fue un milagro... Pero para Michael fue como un balde de agua fría

El embarazo transcurrió bien durante 5 meses y aunque a Michael aún no le agradaba la idea de que pronto tendría una versión miniatura de si mismo, no dejó a Winifred ni un segundo sola, pero entonces comenzaron todos esos molestos síntomas propios de un embarazo y algunos no muy comunes.

La mujer apenas y podía comer, pues la mayoría de la comida no pasaba de su boca cuando ya estaba corriendo hacia el baño para vomitar, además de que sufría de dolor en los pies, las piernas, la espalda y los pechos. También se veía cansada y desgastada: tenía ojeras y los pómulos muy marcados debido a que su hijo la estaba matando de hambre, por ello estaba obligada a ir a una visita mensual al doctor para revisar que todo estuviera en orden, además de consumir una gran cantidad de medicamentos y ciertas vitaminas que eran muy costosas, a tal grado que Michael tenía que matarse trabajando para poder costearlas. Y por si fuera poco, cuando su embarazo ya estaba más avanzado, descubrieron que Roger sería un niño muy inquieto cuando naciera, pues el pequeño acostumbraba a patear con mucha fuerza todo el tiempo.
Michael sentía escalofríos al ver los enormes bultos sobresalientes que se formaban en el vientre de su esposa cada vez que el bebé la pateaba, incluso a veces desestabilizando el equilibrio de la mujer. Sin embargo, aún con todas estas molestias, ella nunca dejó de sonreír y de esperar con ansias que el día en que pudiera sostener a su pequeño angelito llegara.

𝟏.𝚃𝚎𝚊𝚌𝚑𝚎𝚛'𝚜 𝙿𝚎𝚝 || 𝙼𝚊𝚢𝚕𝚘𝚛Donde viven las historias. Descúbrelo ahora