Almas Que Queman

Idiotas a la vista

1_"Tu vida es demasiado alocada,
pero no eres feliz,
quizás necesites un poco de amor
que revuelva tus sentidos
y haga de tu mente todo un caos"

CAPÍTULO #1
Idiotas a la vista.

¿Que pasa cuando nos damos cuenta de que la vida es una mierda? Pues sonreímos como los hijos de puta que somos mientras le damos vueltas a un rompecabezas sin fin, de esos que nos toman años y años armarlos para que al final nos demos cuenta de que no eran tan especiales ni inigualables como en la portada nos los presentaban. No eran más que una promoción que al final destruía las ilusiones de los niños risueños que, como todas las tardes iban al parque con la esperanza de que un sueño más se cumpliera, pero al final no era así.

Los humanos nos volvimos unos locos en un universo adornado negro, internados en un psiquiátrico de corazones rotos, porque alguien que no soñaba nos destruía poco a poco.

El amor se volvió sexo, las sonrisas, lágrimas, las disculpas un daño más, el amor propio una dependencia de lo que decían los demás, los corazones rotos una vida y el cariño un dolor.

Tan innegables los Te amo que susurraban a nuestro oído en las noches de insomnio cuando en realidad por la espalda nos apuñalaban con un tornado de verdades acumuladas que se volvían con el paso del tiempo interminable mentiras y, no es por arruinar vuestros sueños, porque no, esta historia no viene a descolocar un universo de falsas promesas, no, él viene para descolocar un corazón cerrado a la capacidad de amar cuando en el existente mundo de fantasías el amor si existe.

Mi vida era tan simple como la de una joven adolescente a sus dieciocho años de edad, solo que un poco inserta y loca para alguien que aún no ha vivido ni la mitad.

Mi madre murió cuando a penas tenía diez años de edad, tan inocente, pero tan real como lo que había vivido esa noche. Desde entonces no confío en nadie, o eso había dado por sentado con el paso del tiempo cuando no me quedó la opción que encerrarme en mí misma para que nadie más tuviera el poder de hacerme daño.

- ¡Ronnie! - exclama mi hermano cuando doy paso por la puerta principal.

Los tacones de alto nivel resuenan por toda la casa hasta llegar a la sala de estar donde él se encontraba como todos los días sentado frente a la pantalla jugando PlayStation Network.

- ¿Es que no te cansas de jugar todo el día en esa porquería? - sonrío al tiempo en que me siento a su lado tomando el control.

Frunce el ceño observando el juego y luego tuerce los labios hacia arriba.

- ¿Y tú Verónica? ¿No te cansas de follarte a cada tío que conoces?

Volteo los ojos.

- Eres un idiota ¿Para que me llamaste?

- Papá sale esta noche de viaje y no vuelve hasta la próxima semana.

- ¿Y? No es una novedad para mi.

- Venga ya hermanita. No seas así con él.

- Sigue doliendo Lucas ¿Sabes? Y a él no le importa. ¿Por qué tendría que ser diferente?

- Porque es lo único que nos queda. Además cada cual enfrenta el dolor de una manera diferente ¿O tú no te encerraste en ti desde aquel accidente?

- No es lo mismo.

- Si que lo es y el día que entiendas que el dolor es una carga más que hay que llevar todos los días en nuestro equipaje te darás cuenta que él también sufre al igual que nosotros.